cuentosdeamalgama

viernes, diciembre 04, 2009

PALABRAS DE PRESIDENTA


PALABRAS DE PRESIDENTA

" No se puede estar un poco embarazada " fue la brillante cita de CFK en la cumbre latinoamericana para definir el concepto de democracia.
Quizás a algún desprevenido oyente le haya caido en gracia el concepto, pero a quienes conocemos la realidad argentina porque la habitamos y padecemos la era Kirchner, no nos gratifica en ninguna medida.
Cuando en nombre de la democracia se olvida la constitución y se adelantan elecciones por conveniencia política.
Cuando via decreto se institucionalizan retenciones que consolidan la caja nacional, en desmedro de las alicaídas finanzas provinciales, sojuzgando al federalismo que declaman.
Cuando se decide elípticamente renunciar a contratos firmados por esta misma administración, con el pretexto vanal de ofrecer " fútbol para todos", asumiendo gastos inútiles por la pérdida que acarrean y exponiendo a futuros juicios resarcitorios que seguramente abonará el estado.
Cuando en nombre de los derechos humanos, se reabren viejas heridas, con ánimo revanchista y se busca enjuiciar a "represores" en causas prescribidas y a la que muchos de los juzgados cumplieron con directivas emanadas por gobiernos constitucionales ( ej:Martinez de Perón), olvidando medir con la misma vara a quienes en nombre de una subversión con ribetes internacionales, asolaron la Argentina imponiendo el imperio del terror (con algunos integrantes ocupando hoy puestos de gobierno).
¿Cuanto cuando mas hay? No vale la pena enumerarlos. Solo debemos apelar a nuestra conciencia de ciudadanos honestos y valorar lo positivo( si lo hay) denunciar lo negativo, porque si no seremos partícipes de una etapa funesta en la historia argentina. A verdad, como dice la presidenta: " no se puede estar un poco embarazada" y creo que es el momento de dejar claro cual es el verdadero concepto de democracia.

domingo, abril 06, 2008

viernes, marzo 21, 2008

MI DESTINO


MI DESTINO

"Cuando mis padres decidieron partir de aquel pueblo de Holanda, mil preguntas recorrieron mi mente. ¿ Como serían aquellas tierras desconocidas a las cuales ibamos ? ¿ Cual sería el aspecto de sus habitantes ? ¿ Que clima nos abrigaría, como serían sus playas, su fauna....? Muchas, muchas incognitas y la ansiedad de descubrir nuevos horizontes, la sensación interior que mueve la curiosidad de lo oculto, la imprevisible y audáz aventura que movía todas mis neuronas y me motivaba a la exaltación.
Fueron las raíces colonizadoras de mis padres, o tal vez la férrea educación protestante; o quizás el ferviente deseo de aventura lo que movieron a la companía que financiaba el emprendimiento a seleccionarnos junto a otras muchas familias en aquel viaje a través del mar, que me pareció interminable. Hacinados como ganado, con la comida y agua racionada y una tripolacion que nos trataba como prisioneros, en lugar de lo que realmente eramos : ! Colonos ¡
Pero llegó el ansiado momento en que vimos la costa de aquel continente desconocido, sobre el cual mil leyendas hablaban -Africa-, con sus inmensas planicies vírgenes y sus extraños moradores, con su clima tórrido y su fauna casi irreal. Y desembarcamos con nuestro pequeño bagaje, llenos de ilusión y esperanza, a realizar la abnegada tarea de producir, de extraerle a esta tierra nueva los frutos que natura mediante nos iba a entregar.
Fueron años duros, de mucho esfuerzo y tropiezos, pero nuestra férrea voluntad superó todos los escollos y al fin logramos conseguir el fin propuesto; ver como los campos se cubrían de un verde esplendoroso y como el ganado se reproducía bajo el sustento que nuestras manos arrebataban al suelo. pero había una verdadera complicación y esa era la falta de agua, por ello realizabamos permanentes excavaciones en búsqueda del vital elemento tan esquivo a nuestros intereses y fué en esos avatares que ocurrió aquel descubrimiento que marco un hito en nuestra historia y la de aquellas lejanas tierras ! Petróleo ¡
Cuando vimos brotar del barreno que perforaba la tierra en busca de nuestra ansiada agua, aquel negro y viscoso líquido, que con fuerza se encrepó en el aire y nos salpicó a todos, al unísono festejamos, como si la gloria nos hubiera alcanzado, como si el destino por fin nos premiara de la mano de la fortuna - Que equivocados estábamos - Ese oro negro solo nos trajo desdicha y destierro de aquel vergel que habíamos creado.
Loa hechos posteriores a aquel descubrimiento marcaron a fuego en mí personalidad el espíritu del desarraigo y la injusticia. Aquella companía que nos había llevado a ser pioneros, que nos había entregado una tierra estéril que con ahínco y tesón transformamos en fértil, ahora concesionaba las mismas a los más sanguinarios piratas de la tierra : ! Los ingleses ¡ y empezaron a llegar por oleadas, como una masa incesante de escoria que arrasaba todo lo construido, que buscaba solamente el rédito económico del fluido que manaba de la tierra y por ello exponía todo nuestro sacrificio y echaba abajo nuestro proyecto y nos colocaba en la incómoda situación de enemigos.
Poco a poco fuimos cediendo terreno con el norte como mira, ayer abandonando nuestros campos, hoy perdiendo nuestro ganado y mañana transitando otros caminos hasta cruzar el grán rio; con la esperanza de refundar nuestro latifundio. con la esperanza que allí, lejos, sus obsesionados corazones dejaran de perseguir nuestro ideal de forjar una sociedad diferente, marcada por el trabajo fecundo y con el único deseo de lograr de la tierra el fruto del esfuerzo leal. Aquel nuevo hogar se llamo Transvaal y parecía ser por fin nuestra meta final.
De aquellas familias inglesas que nos habían invadido solo recordaba a Grace, una rubiecita ingénua, de unos catorce o quince años ( algo menor que yo ) que con su candidez y gracia me hacía olvidar en algo el odio atróz que a su estirpe yo prodigaba. Ella era tierna y dulce, su formación católica la hacía diferente a mis gustos religiosos, pero aún así algo en su persona me motivaba y arrancaba de mí nuevas emociones, sentimientos que nunca había experimentado.
Nuestro exilio hacia el pais del norte nos había distanciado y nuestra despedida me dejó un amargo sabor, que el tiempo transcurrido en nuestro nuevo habitat no lograba transformar. Necesitaba verla, hablar con ella, disentir, discutir, pero verla. Entonces por fin me dí cuenta que la amaba, que era quizás un imposible, pero la amaba, la necesitaba aunque nunca el roce de sus labios se hubiera posado en los mios, aunque ella quizás no entendiera ni compartiera mis deseos. La amaba y ....! Estaba seguro de ello ¡
Aquel primero de julio fué un dia de decisiones, tal vez acertadas, pero que en definitiva solo trasuntaban mis anhelos. Partí, si partí, dejé a mis padres y todo mi mundo en pos de una ilusión, de una quimera y allí estaba, viajando en ese maltrecho tren de carga que los ingleses habían instalado para proveer de materia prima a su floreciente industria del sur de África ( mi antiguo y recóndito hogar ). Todo ese trajín hacia el sur, mezclado con ganado malholiente y fardos de heno, no hacía sino aumentar mi ansiedad de llegar a destino - mi destino - y encontrar a Grace, saber de ella, conocer sus deseos, complacerla y complacerme, en definitiva, poder expresarle mis sentimientos y esperar de ella una respuesta afirmativa. Esa odisea de días llegó a su fin cuando por entre las hendijas de las tablas del vagón, observé aquella ciudad que me pareció inmensa, deslumbrante, que contrastaba a horrores con el caserío que había dejado años atrás en mi forzado alejamiento. Todo era distinto, más amplio, más vistoso, con un lujo impropio de personas como yo.
Estuve deambulando pot la ciudad unas horas, reconociendo lugares, hubicándome en situación y cuando me sentí capáz y con el coraje para afrontar mi encuentro con el ser deseado, encaré con decisión su inmensa casa. Cruzando el vallado que la cercaba, ignorando los carteles de prohibicion existentes, sintiendo que mi corazón latía en pulsaciones aceleradas y con mis manos temblorosas y húmedas alcancé el eslabón de bronce de su puerta, lo hice sonar con insistencia........y esperé.
Mil imágenes recorrían mi mente en la espera, cuando la puerta se habrió y ante mi apareció la forma regordeta y poco amigable de su padre; aquel que con manejos turbios y procederes deplorables había dejado a mis padres en la ruina, aquel ser despreciable que con falso orgullo y genuina soberbia nos quitó el fruto de años de sacrificio. Lo miré y no pronuncié palabra y al cabo de unos segundos que para mí fueron siglos, el rompió el silencio con un ¿ Que quieres, muchacho ? dicho esto en su estilo sobrador y pedante, como inquiriendo explicaciones de una culpa inexistente. Yo solo atiné a balbucear su nombre - Grace- sabiendo que mi proceder no me llevaría a buen destino, pero deseando que la providencia me otorgara una brisa de fortuna. El me miró de arriba abajo, como quién observa una mercadería en venta y luego de recorrerme en plan de estudio dió nedia vuelta y entró en la casa dejando la puerta entreabierta, permitiendo que mis exaltados ojos observaran su caminar sombrío escaleras arriba; hacia la habitación de mi amada.
Todo en mi era una convulsión, mis piernas tiritaban, mi respiración se entrecortaba ¿ Qué le diría, cómo reaccionaría ella ? ¿ Me atenderá, se acordará de mí ?.
Nunca olvidaré en mi vida aquella imágen, nunca mis ojos tendrán la impresión perenne que registraron aquella vez. Entre el marco y la puerta, un delgado espacio, me permitió verla descender las escaleras, inmensamente hermosa, graciosamente bella, inmaculada y volátil, como un ángel, como una diosa; como realmente era y es para mi. Entreabrió la puerta y su sonrisa fué un bálsamo que inundo mi ser y cuando sus labios pronunciaron mi nombre - Erick ¿ Eres tú ? - fue como si una descarga eléctrica me recorriera de pies a cabeza.
Fué un momento sublime, casi único. Me costó horrores comenzar. Todo el argumento que tenía preparado se hizo añicos ante su sola presencia. Solo el tierno abrazo que ella me prodigó de imprevisto me sacó de la abstracción del momento.
Grace - dije temeroso- estoy aquí por un solo motivo, un único e imperioso motivo, te amo, ya lo pense y repense y mi corazón tiene un solo mensaje: Te amo más que a nada en el mundo.
Mis palabras quedaron flotando en el limbo y un silencio atróz cortó el aire. De pronto sus palabras me devolvieron a la realidad.
Erick - comenzó - Eres la persona más dulce que he conocido en mi vida. Sé de tus nobles intenciones y de la verdad de tus palabras. Nada me hace dudar de lo sincero de tus actos, pero también debes conocer mi situación familiar y como hombre inteligente que eres, no dudo que razonarás sobre la misma. Hay una grán distancia entre lo que yo deseo y lo que en definitiva puedo hacer de mi vida. Erick, mi dulce Erick- repitió con calma- hace un tiempo largo que mi padre tiene decidido cual será mi destino y con quien compartiré mi futuro. Precisamente no es contigo. Eres quizás la última persona que él tendría en cuenta para conformar mi futura familia y por ello, aunque mi corazón diga lo contrario, tengo que pedirte por honor a tus sentimientos que te alejes de mi, que nunca vuelvas a verme, que te olvides que existo.
La presion de cien manos aprisionaron mi garganta. Una sensación de amargura extrema me invadió y mi cerebro se puso en blanco. No coordiné palabra, ni gesto.......y como un zombi comenzé a desandar mi camino, dejando atrás mi única esperanza de vida, mi única ilusion de felicidad.
El regreso al norte no tiene descripción, porque mi mente borró todas las imágenes. Solo estaba plasmada, esquistada, la figura de mi amada Grace diciendome adios,enmarcada en la puerta, como lejana.
Los dias, meses y años posteriores no pudieron borrar mi angustia y desazón. Me convertí en un ser huraño y quejoso, siempre malhumorado y al cual la sonrisa no formaba parte de su rostro ni por equivocación. La muerte de mis padres; mamá primero y papá luego, habrieron nuevas heridas en mi ya ajetreado corazón, pero mi temple holandés siguió intacto, vigente. Por ello, cuando recibí la noticia de aquella posibilidad de viajar a otro continente, de comenzar a colonizar nuevas tierras, de emprender nuevas rutas y nuevos desafíos, no lo dudé y fuí de los primeros en encolumnarme tras ese objetivo: Argentina, en el sur de América, en el confín del mundo, donde nada ni nadie me recordara mi ingrato pasado.
Partí del tórrido clima de África hacia ese desconocido pero exhitante lugar en el mundo. Patagonia lo llamaban quienes ya habían estado allí y las noticias de su clima no eran muy alentadoras, pero mi férrea voluntad de cambio deshacía cualquier contingencia y hacia aquel destino se dirigió el barco durante interminables días, cruzando un vasto océano que muchas veces nos metió mas de un susto con sus imprevistos cambios de humor. Pero todo tiene un final y este por fin llegó cuando ente mis azorados ojos, aparecieron las altísimas costas, que las encrespadas olas golpeaban sin cesar, de aquella, ahora próxima Patagonia argentina. El barco bordeó un estuario, no sin dificultad, para depositarnos por fin en el deseado puerto de ultramar. Una nueva vida comenzaba, un nuevo desafío estaba en ciernes y hacia el, tomé mis bagajes y decidido desembarqué.
No fué fácil, ni mucho menos, arrancarle a aquella agreste y fria tierra los frutos del trabajo. Los constantes vientos barrían la zona y en único ganado que soportaba ese clima tán inhóspito era el bovino- al cual no estaba muy familiarizado- pero las contingencias le enseñan a uno a fortalecerse y a aprender en base a sacrificio. Y así, lentamente pero sin pausa, fuí obteniendo logros y fracasos, pero en definitiva el ideal, el objetivo productivo se hizo realidad y era motivo de orgullo verlo plasmado. La lucha diaria, el permanente trajín aplacaron en mi negatividad; comenzé a ser otra vez la persona jovial y saludable que otrora. Todos estos años de lucha me forjaron y me engrandecieron interiormente, ya mi carácter aplacado mejoró mi visión del mundo y dedicaba cada segundo de mi existencia a mejorar mi granja, tal vez descuidando mi vida afectiva, pero eso no importaba cuando veía los éxitos laborales.
Aquella mañana salí decidido, rumbo al pueblo de Darwin- un asentamiento petrolero- con el objetivo de realizar unas compras de equipos de pastoreo nuevos. Era allí el mejor lugar donde conseguirlos y aunque el viaje en mi carretón era tedioso y largo, no me importaba. Solo quería mejorar en lo que yo pudiera mi granja y me encaminé hacia el, casi diría con alegría.
Era un pueblo industrial, con grandes negocios e innumerables talleres. Con edificios de techos a dos aguas- típica construcción inglesa- y una importante calle principal donde convergían otras pequeñas, como formando un círculo. Me detuve frente a una almacén de ramos generales, con el deseo de obtener allí lo que necesitaba. Entré y me asombré de ver tanta variedad y cantidad de articulos y mi ansiedad por conocerlos la fuí saciando por tanto tiempo que un empleado me devolvió a la realidad cuando dijo: Señor, si no encuentra lo que busca solo tiene que pedirmelo. Sus palabras me quitaron del limbo en el cual me encontraba absorto y le respondí, agradeciendole su atención y poniéndolo al tanto de mis necesidades. El salió presuroso a buscar mi pedido y yo quedé esperando su regreso, mirando cosas en los estantes de la tienda. Fué entonces que al girar mi mirada hacia un pasillo lateral, la ví. Era ella, sí ella, mi Grace. No podía creerlo, restregué mis ojos pero la imágen seguía allí, parada ante unos niños que tironeaban de su vestido, como si pidieran algo que no se les concedía. Me acerqué dudando, tembloroso y cuando llegué hasta ella y nuestras miradas se enfrentaron, sentí el bálsamo de sus ojos verdes inundar mi cuerpo, mi corazón volvió a latir desenfrenadamente como hace muchos años, no me contuve y exclamé su nombre con verdadera pasión. Pude sentir su sorpresa, percibí su agitación, un halo de energía me invadió y nos envolvió a los dos.
Erick, mi dulce Erick- me dijo- que hermosa sorpresa el verte. Cuantos años pasaron sin que nos viéramos, cuantas noches me desvelé pensando como estarías, cuantas notas escribí para luego romperlas, expresando lo que mi interior decía a gritos y que mi boca callaba. Erick- prosiguió- todo este tiempo no hizo más que agigantar el sentimiento que por ti tengo, pero la realidad se me presenta y con amargura debo decirte que solo serás en mi futuro un hermoso recuerdo.
Sus palabras repicaron como martillo en mi cerebro confundido. No podía ser que luego de tantos de espera, de desear el momento supremo de reencontrarla, ella, mi amor eterno derrumbara con una frase lapidaria todas mis ilusiones. Reaccioné al momento y con la avidéz que la desesperación provoca, le contesté: Grace, tus palabras no dicen lo que mi corazón presiente. Podrás evocar mil pretextos, pero tus ojos expresan con esa luminosidad lo que tu boca trata de ocultar. Te amo, te amé y te amare por siempre y presiento en la ansiedad que manifiestas, que lo mismo sientes por mí. Te pido por el amor que siento que abras tu corazón y con la sinceridad de quien nunca me engañaría, me digas la verdad de tus sentimientos.
Sus labios temblorosos empezaban a balbucear una respuesta, cuando un grito de mando resonó en el pasillo. Grace, mujer, ven aquí que te necesito urgente- dijo un regordete que la doblaba en edad- ella no pudo ocultar su sobresalto y presurosa, tomando a los niños de la mano, se alejó de mí diciendo: Es mi marido. Te espero esta noche a las 22 horas en el establo que se encuentra al final de la calle. La ví alejarse entre los recodos de la tienda y una luz de esperanza se encendió por sus últimas palabras, una pequeña braza de ilusión a mi enardecida hoguera que necesitaba avivarse con su deseada presencia.
Las horas que separaban nuestro ansiado encuentro me parecieron eternas. Caminé como zombi por todo el pueblo, recorrí sus polvorientas calles sin un rumbo fijo, dejando que el tiempo pasara sin sentido, esperando consumir las horas con la avidéz del momento esperado, el momento cumbre que por fin llegó.
Estaba cavilando sentado en los fardos de alfalfa, cuando la luz de la luna enmarcó su figura en el portón de entrada. Mi corazón dió un vuelco y la exitación de verla se debe haber respirado en el aire. Avanzó lentamente, como flotando, hasta llegar donde mi. Sentí el alboroto de su corazón exaltado, pude percibir como su piel desbordaba de feromonas y sin dudarlo un instante, como un autómata, tomé su rostro entre mis manos y con el deseo a flor de piel, besé sus labios apasionadamente, alocadamente, una y otra vez, sin detenerme, empezando a recorrer su cuello con mi boca sedienta de esa carne ardiente, descubriendo su tembloroso cuerpo al desnudo, libando cada centimetro de esa piel deseada. El contacto de su cuerpo con el mío despertó en ella una pasión desenfrenada, nos aferramos con tal fuerza que la respiración se hizo dificultosa y en medio de tal locura amorosa, sentí elevarse a mis sentidos cuando estuve dentro de ella, de mi amor único, de mi ansiada Grace. Fueron momentos sublimes, eternos, mágicos, que solo el indescriptible momento del orgásmo pudo superar en intensidad. Desfallecidos y jadeantes, pero gozosos en plenitud, nos dejamos caer sobre el piso cubierto de heno, riéndonos con una felicidad plena, con una sensación de hartazgo de alegría.
Estuvimos largos minutos mirándonos sin pronuciar palabra, solo el idioma de nuestros ojos diciendo como y cuanto nos amábamos, de que forma esta unión nos alejaba del odioso mundo que nos enemistó, de como sería la vida ahora en adelante. De pronto ella, de levantó y tomó su ropa. Sin dejar de mirarme comenzó a vestirse. Sus ojos esmeralda no dejaban de recorrerme y su expresión apasionada me hicieron sentir pudoroso. Se arrodilló ante mí y con dicción pausada, me dijo: Erick, mi amor, he vivido el momento más adorable de toda mi inexpresiva vida. Me has hecho sentir la sensación sublime que deseé toda mi existencia, porque solo contigo he experimentado el verdadero amor, y no son solo palabras, es la razón de ser, de manifestar mis auténticos sentimientos. Quiero que este momento no acabe nunca, que mi marido y mis queridos hijos no se interpongan, que la sociedad no nos juzgue, que nuestras familias no nos castiguen. Quiero ser libre; libre para amar, libre para razonar, libre para decidir. Pero no puedo obligarte a mi destino- continuó diciendo, mientras se incorporaba- y por ello mi decisión debe ser personal- finalizó-.
Con estupor ví que sus manos revolvían su pequeño bolso, dejando al descubierto una navaja que brilló en la oscuridad y sin mediar palabra, hundió en su muñeca con tal fuerza que la sangre salpicó mi cuerpo aún desnudo. Me levanté al instante tratando de quitarle el arma, pero el daño ya estaba hecho y la sangre brotaba a borbotones, como un surgente entre las piedras. Desesperado intenté detener la hemorragia con vendas improvisadas de mi camisa y ante mi impotencia su cuerpo se desplomó como inerte. Me dejé caer junto a ella, abrazándola, queriéndo retener su vida entre mis brazos, deseando que la realidad fuese ilusoria. Ella, en un supremo esfuerzo, apretó mis manos y casi con un suspiro, me dijo: Bésame Erick, por favor, bésame.
Mis labios sintieron la convulsión de su instante final y mis lágrimas goteaban en su rostro, como dejando un rastro de separación. Había muerto y yo no había podido evitarlo. La felicidad inmensa de otrora se había transformado en la mayor amargura de mi infausta vida.
El traqueteo del tren carguero me adormece. El regreso no es el esperado. Las cosas siguen igual, pero algo mi vida cambió. Mi destino era la soledad, pero el recuerdo seguirá latente, por siempre, para siempre, en el momento sublime de consumar nuestro prohibido amor."

domingo, septiembre 23, 2007

HOMENAJEA MI PERRO ( 23/09/07)

A MI PERRO ( 23/09/07)

Hoy llegué y no estabas
Hoy llegué y no sentí tu presencia
Hoy llegué y nadie salió a recibirme.
Todos estos años con tu compañía, con tus afectos, con tus defectos
El vivir diariamente con los problemas que vos ignorabas
El sentir la rutina diaria que vos apaciguabas.
Hoy llegué y un vacío inmenso ahogó mis palabras
Porque allí, en tu lugar, no estabas
Porque allí, en tu sitial, faltabas.
Como expresarlo con palabras
Como decirlo sin diagramas
Solo me entero de tu presencia cuando faltas.
Yo sé que la vida tiene buenas y malas
Que las alegrías compensan las desgracias
Pero la amargura que a mi alma invade
No lo retribuye ni el recuerdo de tu infancia.
Fueron muchos años de ignorancia
Fue mucho tiempo de no aprovechar tu estancia
Pero hoy, que te busco y me faltas
Solo hoy, el hastío me invade en cataratas.
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Cuantas veces insulté tus ladridos, cuantas veces te reté sin hacer falta
Cuantas veces no sentí tus afectos, cuantas veces desoí tus llamadas.
Pero hoy te llamo- Snoopy, Ñupi, Negrito, Nebro, Perrito
Y no me respondes- ¿Ya no escuchás a mis palabras?
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Solo te dejo mis lamentos, solo te dejo mis pavadas
Que la vida continúe y los problemas decaigan
Que los años venideros mejoren nuestra patriada
Pero que en esta incierta senda, de vivir a la apurada
No te olvide, nunca y por nada.
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domingo, noviembre 26, 2006

HOY VUELVO A ESCRIBIR


LUNA


Abro mis ojos, la visión es borrosa, como si hubieran pasado cien años cerrados.
Trato de recordar, ubicarme, reconocer la realidad.
Es una habitación blanca, totalmente blanca. Las luces son tenues pero molestan mis retinas. Hay silencio, un silencio sórdido y frío.......Entonces pienso:
Fue aquel verano de vacaciones que llegué a la villa donde moraban mis tíos abuelos. Iba con disgusto, hubiera preferido pasar aquellos días de descanso
con mis amigos de colegio, en la playa donde todos los años nos juntábamos a cometer abusos. Pero mis padres ya habían decidido mi destino próximo y aquí estaba yo, con mi ligero equipaje, descendiendo del tren luego del agobiante viaje que diez horas antes había iniciado.
Parados como estatuas y con el gesto patético del saludo con la mano en alto, mis tíos esperaban en el andén de la vieja estación. Se aproximaron con la velocidad que sus acumulados años les permitían y en un ritual familiar exclusivo, con discursos, abrazos y besos incluidos, me recogieron e iniciamos el camino a su morada.
La casa, añeja como ellos, pero bien conservada, todavía mantenía el señorío de épocas gloriosas. Sus jardines lucían impecables, cuidados y con un toque de distinción. Al entrar me sorprendió el interior, sobrio, con decoraciones pequeñas pero emotivas. Se podía plasmar la calidez del lugar en un solo pantallazo visual.
Me agradó, pero me cuide de no expresarlo, solo hice los agradecimientos formales que el rigor exige.
Luego de mostrarme la habitación e invitarme a un baño reparador, me informaron que en dos horas una cena especial en mi honor me esperaba. Debajo de la ducha dejé que mi cerebro hilvanara toda clase de elucubraciones. Algo que motivara mi existencia durante los próximos dos meses que duraría mi obligado retiro. Pero todas las fantasías imaginadas se desvanecían al volver a la realidad y advertir que en aquel pueblo olvidado en el tiempo poco y nada podía interesarme. ¡O eso creía. !
Llegado el momento, bajé de mi habitación hacia el comedor luciendo ropa limpia y todo lo presentable que un joven de veinte años consideraba acorde.
Al final de la escalera mis tíos esperaban mi llegada con rigurosa formalidad y acompañándome con delicadeza, fuimos hacia la enorme mesa que reinaba en el centro de la sala.
Lo que allí encontré no estaba ni remotamente en mi imaginación veinteañera. No me refiero a la excelente disposición de la vajilla, ni a la exquisita mantelería, ni siquiera a la gran fuente en la cual un pavo dorado reposaba escoltado por guarniciones exquisitas a la vista y al olfato. No, nada de eso. Mis ojos se congelaron al verla, allí, en el extremo opuesto de la mesa, nívea, con una sonrisa angelical en el rostro. Con el cabello brillante que en grandes bucles le caía como cascada sobre sus hombros desnudos. Su mirada luminosa del color del mar me penetró hasta los huesos y devolví la atención recorriéndola de pies a cabeza, como absorbiendo el espíritu de una obra de arte.
Fueron minutos de contemplación, debajo de su vestido de hada pude adivinar su exquisito y torneado cuerpo. Nada evidente, pero expuesto a la imaginación ardiente de quien como yo, había perdido la noción del tiempo y el lugar. Sus senos, pequeños pero turgentes, asomaban tímidamente del encaje y un crucifijo reposaba sobre ellos, causando mi envidia en un sacrílego pensamiento.
Su delicado brazo de tersa y rosada piel se extendió, alcanzando una pequeña mano de finos dedos hacia mí y con una voz dulce como canto de sirena, murmuró mi nombre y el encanto del momento se coronó al sentir la tibieza de esa mano aprisionada por la mía, en un saludo que aceleró mi corazón desbocado.
Fue un instante único, que marcó en mi corazón una huella indeleble y formó en mi cerebro una idea, un deseo irrefrenable, una obsesión ciega de conseguir que ella deseara a mi persona como yo, que al momento de conocerla ya la había convertido en mi única meta.
Mi tío advirtió el fuego de mi mirada y con diplomacia nos apartó luego de las presentaciones.
Ocupé un extremo de la mesa, contiguo a ella, sintiendo como su halo mágico me tocaba y despertaba mis instintos en lo más recóndito de mi ser.
Fue una noche inigualable, no recuerdo de que conversé con mis anfitriones, ni siquiera recuerdo si la comida me satisfizo. Ella, solo ella ocupó y ocupa mi mente desde su aparición en mi vida, que a partir de ese momento cobró sentido.
Casi no dormí, pese al cansancio del viaje, esperando el nuevo día con la sola motivación de volver a verla. Bajé a desayunar y mi tía se esforzó por satisfacerme y hacerme sentir bien. Estábamos solos los dos y compartimos minutos eternos, amenizando con recuerdos que ella rememoraba como ilustrándome del pasado. Transcurrió la tertulia y la pregunta obligada se volvía incontenible en mi garganta y no soporté más el deseo reprimido. La inquirí por Luna – un nombre que no merecía, porque era un sol que brillaba con luz propia- cuestionamiento que mi tía trató de evadir con sutilezas, pero debido a mi insistencia se rindió a mis exigencias y con voz serena y pausada, con un gran esfuerzo de su parte, me relató lo siguiente:
“Mira Darío; no quiero embargar tus ilusiones, ni amargar tus alegres deseos. Soy una persona adulta y con solo observarte adivino tus propósitos. Pero quiero aunque sea doloroso, sepas la cruel verdad de Luna.”- Hizo una pausa prolongada y su voz pareció quebrada al continuar-
“Carlos- mi marido – y yo, recogimos a Luna cuando tenía apenas cuatro años. Su familia la abandonó en casa del médico del pueblo; el doctor Arroyo y el nos la entregó con la condición que le dedicáramos todo nuestro esfuerzo a esta criatura y nos informó de su condición física precaria, alegando una dolencia incurable. Una terrible enfermedad que consume a diario sus defensas y con una expectativa de vida futura muy remota.
Hemos hecho lo imposible por mantenerla saludable y después de trece años de lucha, sabemos lamentablemente que su vida languidece, que la luz que iluminó nuestras vidas durante todo este tiempo, hoy es apenas un tenue titilar pronto a apagarse.”
Sus ojos se llenaron de lágrimas y rompió en un llanto desolado, aprisionando con sus manos su cabeza como queriendo aplastarla .La mire durante unos minutos sin decir palabra, pero cuando levantó la vista para mirarme, le dije:
“Tía Elvira, comprendo y comparto tu pena, pero anoche cuando conocí a Luna, no me pareció una persona con una enfermedad terminal, sino todo lo contrario, Me dio la imagen de un ángel. Una persona lo mas cercana a una deidad.”
“Sucede querido Darío- me contestó- que las drogas con las que esta medicada provocan en ella una normalidad aparente, pero efímera, solo unas pocas horas que puede abandonar su lecho de enferma y realizar una pequeña caminata. Pero es solo eso, momentos de una aparente y artificial normalidad. No te engañes, Luna tiene esos pequeños recuperos cada vez en menos lapso de tiempo y no debe exigirse a esfuerzos de ninguna naturaleza. Espero que entiendas la situación; no es un capricho, es una exigencia.” –concluyó-
La charla me impactó sobremanera y las palabras por mi tía vertidas provocaron en mí el efecto devastador de la impotencia.
Un gusto amargo, una presión sobre mi garganta agolparon la sangre sobre mis sienes y me sentí como el ser más inútil de la tierra, imposibilitado de cambiar la situación, como mero espectador de la máxima injusticia.
Traté en los días subsiguientes de borrar su presencia de mi mente. Realicé las tareas más inverosímiles, los recorridos más ilógicos, me integré a grupos que ni remotamente cabían en mi idiosincrasia. Pero cada día que pasaba, cada momento que moría, cada segundo que terminaba provocaba en mi un hastío que me embargaba y me sumía en una depresión hasta hace poco impensada. Entonces, una tarde de desolación tuve la determinación y como si fuera lo último que haría en la faz de la tierra; me dirigí hacia su habitación, aprovechando la ausencia de mis tíos y sigilosamente como un ladrón al acecho, giré el picaporte y lentamente entré en su cuarto. Había una luz tenue provocada por una sola lámpara colocada sobre la cama. El efecto de sombra sobre su blanco rostro marcaba loa ángulos de su cara. Dormía. Parecía un ángel, tan tierna, tan lívida, tan dulce en su expresión.
Me acerqué y arrodillándome junto al lecho, me puse a observarla como quien contempla obnubilado un Van Gogh, o un Goya; o un Velásquez, o ……….
De pronto con un sobresalto abrió sus párpados, me miro con sorpresa al principio y luego un brillo paulatino fue encendiendo sus celestes y límpidos ojos.
“Darío-susurró con su acaramelada voz-no puedo creer este milagro. Hace días que sueño con abrir mis ojos y encontrarte, verte allí, contemplándome. Porque eres real, no en mi imaginación enfermiza, no es la ilusión de sentirme mujer aunque sea por un momento, no es el deseo impotente de perderme en el limbo sin sentir y expresar mis sentimientos.”
Descansó un momento en sus palabras, como si hubiera sentido el esfuerzo y tomando mi mano entre las suyas, continuó:
“Sé lo que sientes y no me avergüenza decírtelo, pero hay cosas que los tíos ya deben haberte aclarado y no puedo mentirte. Todo lo que escuchaste sobre mí es cierto; mi vida se apaga y yo lo presiento así, pero no quiero renunciar a mis más puros sentimientos. Es por ello que te pido con el corazón que te quedes y con mi razón que te alejes. Está solo en vos decidir y lo que hagas estará bien, no dudes que siempre te recordaré como lo más importante que me sucedió en mi vida.”
Apreté sus manos como queriendo retenerla, sentí un fuego en mi interior que me encendió y la sangre alborotada en mis venas bullía como magma. Sentí el palpitar galopante de mi corazón retumbar en mi cerebro y la racionalidad que imperaba estalló en deseo. Sin pensarlo y obrando animalmente me encaramé sobre su cuerpo y la miré con deseo y como abeja ávida, libé el néctar de sus labios, con desesperación, con arrebato, con pasión. Sentí su entrega al momento sagrado y sin medir mis actos fui descubriendo su cuerpo, plagándolo de besos y caricias, palpando cada milímetro de su piel con mis labios, sintiendo que mi virilidad se erizaba a cada momento al punto de percibir la temperatura del contacto íntimo que el desnudo nos profería.
Fueron momentos casi divinos y que llegaron al sumun de la pasión cuando me sentí dentro de ella y la excitación del coito nos transformó en etéreos, transportándonos del reino terrenal y elevarnos por el hilo del orgasmo hacia el infinito. No sentía sus uñas clavadas en mi espalda, solo miraba sus ojos cerrados y escuchaba su respiración entrecortada, como queriendo recuperar el aire consumido momentos antes.
Fue entonces que sentí abrirse la puerta de calle y en un gesto espasmódico me separe de ella, que con un gemido de lamento, aborreció la separación de nuestros cuerpos. Ese momento me desesperó, mis tíos estaban de regreso y no quería que me descubrieran en un acto tan comprometedor. Me vestí en un segundo y antes de irme, como un último deseo reprimido, besé su boca profundamente. Ella cerró sus ojos como descansando y la imagen de su rostro enrojecido de placer fue la imagen que llevé conmigo.
El resto del día lo pase vagando por el pueblo. Traté de evitar miradas indiscretas de mis anfitriones y por ello regresé tarde a la noche; luego de la hora de cenar y me dirigí directamente a dormir.
El nuevo día quizás me deparará emociones tan hermosas como las hoy vividas. Recordando ese momento me ganó el sueño.
Cuando bajé a la sala en la mañana siguiente, me encontré con gestos adustos y miradas inquietas por parte de mis tíos. Mi cerebro empezó a imaginar que algo sabrían del encuentro amoroso de Luna y mío. Me sentí algo incómodo y culpable, pero no dije palabra, como si todo estuviera normal. Pero el tío Carlos, con la mesura que acostumbraba rompió la tensión al decirme:
“Querido Darío, no es mi intención inquietarte, pero sucede algo que lamentablemente creí que nunca pasaría. Siempre mi mente supo que la salud de Luna pendía de un hilo muy delgado, pero mi corazón me alentaba en un esperanzador milagro; que algún día por circunstancias equis, mi adorada Luna recuperaría sus deseos de vivir y sus dolencias desaparecerían. Pero ese día nunca llegó y hoy debo darte la penosa noticia que el médico me transmitió ayer tarde cuando vino a verla; difícilmente pase con vida del día de hoy. Si bien se la ve entusiasta y feliz, su salud se resquebrajó de tal forma que ni siquiera puede abandonar su lecho. Algo en ella cambió diametralmente y solo estamos esperando que descanse en paz.”
Me quedé absorto, inmóvil y traté de reaccionar a la infausta noticia escupiendo la verdad, informándoles mi miserable acto de pasión enferma. Pero no, no pude pronunciar palabra, solo sentí que mis ojos se llenaban de lágrimas y como un niño desconsolado, me aplasté a llorar en un rincón.
Anochecía cuando el médico bajó de la habitación. Un silencio sepulcral invadía la sala. Todas las miradas expectantes acribillaron al galeno, quien con una pasmosa parsimonia nos reunió en el living y dijo: “Creo que por fin la paz ha llegado al corazón de Luna, debo decirles con congoja pero seguro de que es lo mejor, que ella ha dejado de existir y su sufrimiento ha finalizado.”
Siguió hablando, pero solo el eco de sus palabras resonaban en mis tímpanos aturdidos por la noticia. Perdí la noción del tiempo-distancia, me elevé en un vuelo trascendental e imaginario hacia un limbo sub-natural. Todo era irreal e intangible, ningún sonido me devolvía a la realidad y solo una embrionaria idea se forjaba en mi acelerada mente: ¡Acabar con mi vida terrenal! ¡Acoplar mi alma a la suya en el viaje hacia el infinito! Todo era mi culpa y solo redimiría mi angustia interior con una decisión única.
Corrí escaleras arriba como un alienado en busca de la ansiada libertad; pude observar la sorpresa de los demás al verme actuar de esa manera. Llegué hasta la puerta del cuarto, la cual estalló por la violencia de su apertura, me arrodillé ante su cadáver aún tibio y mirándola con pasión, indignación y remordimiento, tomé el cortapapeles que adornaba su tierna mesa de lectura y con una insana decisión, sin dudarlo, lo hundí en mi pecho latente de amargura. Sentí la tibieza de la sangre en mis manos que temblando buscaron las suyas, encontrándolas, aprisionándolas y con un último dejo de voluntad, con el postrer hálito de vida, me encaramé sobre su angelical cuerpo yermo y en mi acto reflejo final; la besé, la besé con la desesperación de quien sabe que su existencia perdura solo ligada al ser amado.
Y allí estuve, estoy y estaré por la eternidad, con ella, por ella, en ella. Por siempre-si hasta siento la dulzura de sus labios-.



COPYRHIGT 2006

lunes, noviembre 20, 2006

PARA LEER Y PENSAR



EL LINYERA

Hoy mis ojos miran al pasado; me traen recuerdos ingratos, momentos en que vivir era un tormento incesante, del cual solo me abstraía cuando inundaba mi cerebro con medios artificiales que la industria farmacéutica ponía a mi alcance y al de todos los que como yo, no encontraban sentido a vivir la realidad.
Llevaba ya varios días vagando por calles sin nombre, cruzando gente sin rostro en pos de conseguir nada; vegetar, consumir mis días lo mas rápido posible y ante la frustración sumirme nuevamente en el limbo que me ofrecía la droga deseada, cuyos efectos provocaban en mi ilusiones placenteras, me brindaban la realidad que quería ver, que soñaba en mi interior; pero sabia que ese mundo irreal terminaría y volvería la desazón, unida al malestar provocado en mi físico por los barbitúricos. Por ello trataba de nunca salir de ese estado cataléptico, que la diosa droga me suministraba y mi vivir era un constante evadirme y penetrar en el artificio químico que mi cerebro embotado imaginaba.
Veía a las estatuas de las fuentes haciendo el amor sin limites, a los edificios abriendo mil bocas que tragaban gente en su interior, a los insectos crecer en forma desmesurada, dando rugidos leonescos que acobardaban, a las farolas de las calles como cientos de soles que herían mis retinas.
Todo era irreal, todo era posible y para lograrlo llegue hasta la máxima perversión con el fin de obtenerlo. Robe, mate, me prostituí, cometí todos los pecados imaginados con un solo y único fin: conseguir los medios para colocar mi mente en blanco y permitir que el subconsciente elucubrara las mas ingeniosas fantasías.
Estaba postrado en un callejón oscuro, dedicado a consumir mi tiempo divagando, cuando sin saberlo, me sorprendió ver a mi lado a un hombre (o lo que quedaba de el) andrajoso, sucio y maloliente, que llevaba puesto encima todo su vestuario y en sus bolsillos tintineaban botellas. Poseía una larga barba gris y debajo de un gorro que debió ser de lana aparecían largos e hirsutos cabellos pegoteados. Al salir de mi asombro, provocado por la sorpresa ayudada por mi vuelo imaginario, por fin pude escuchar sus palabras; cortas y en un tono tan bajo que me esforcé por escucharlas. Me dijo su nombre y su edad – veinte años menos de lo que aparentaba- que su profesión en años anteriores fue la de juzgar a las personas, que fue una persona distinguida por sus pares y por la sociedad en general, que el ejercicio de la misma le había prodigado prestigio económico y valoración personal, que poseía una familia felizmente formada a la cual dedicaba por entero sus esfuerzos.
Yo dudaba de cada uno de sus argumentos, pero su forma tan mesurada de expresarse, la tranquilidad de sus palabras, despertaba en mí un interés creciente y por ello permití que continuara su relato sin interrupciones.
“ fue por el año 19.. – continuo – cuando cumpliendo con mis tareas de juez, se me presento un caso que por mi dilatada experiencia profesional, podía calificar de resuelto y por ello sin detenerme a revisarlo exhaustivamente y basándome en la única garantía que me daba mi razonamiento, condene a un hombre, padre de familia, acusado de asesinatos múltiples, a la pena capital.
No escuche sus ruegos de clemencia, implorando su inocencia, declamando un complot que lo perjudicaba. Yo era una persona famosa por mi inflexibilidad y se hizo justicia (o lo que en aquel momento de gloria personal, creí que era justicia).
Cumplida la sentencia me dedique a otros casos, borrando de mi mente los anteriores, como era mi costumbre. Pero tiempo después, al juzgar a otra persona acusada de delitos parecidos, obtuve de el una confesión que congelo la sangre en mis venas. El se declaro culpable de delitos aberrantes, de lesa humanidad, los cuales cometía con un sadismo inusual en un ser humano y por algunos de dichos hechos; yo, el perfecto, el único, el ser superior había condenado meses atrás a un inocente a una pena de la cual no hay resarcimiento, ni marcha atrás; la muerte.
Desde ese instante comprendí que dios hay uno solo y que nosotros los mortales solo podemos administrar las leyes divinas- no las que el hombre crea- sin temor a equivocarnos.
Abandone todo, sin miramientos, imponiéndome un castigo de por vida, sufrir tratando de ayudar, hasta lograr la paz final que llegara con mi muerte. Es por ello que me dirijo a ti, que estas sumido en la decadencia moral y te imploro en nombre de dios y el mío, que asumas tu destino y abandones tu transitar sin sentido, fijándote objetivos que te ayudaran a superarte y con ello me permitirás obtener un triunfo personal en mi cruzada. Solo eres culpable de tu debilidad de enfrentar tu existencia, la que te brindara contingencias y logros, pero no desfallezcas y ¡Lucha! Lucha por ti y por mi y por todos los que como tu se sienten malogrados y no perciben que sus sentidos funcionan, que no hay no hay ningún impedimento físico que los inhiba. Ve a un instituto de discapacitados, a un hospital, a un geriátrico y veras como allí muchos seres humanos luchan por vivir sin pensar en que no son perfectos como tu........ Ayúdalos, colabora con ellos, comparte sus emociones y descubrirás como tu desdichada tendrá un rumbo verdadero y la satisfacción personal te inundara como un regalo del cielo”.
De pronto vuelvo a la realidad y mis recuerdos se borran, veo alrededor a personas sonrientes y felices, con defectos, con males que las aquejan, pero igualmente felices, con una voluntad suprema de superarse y llenos de afectos hacia mi persona; algo que nunca tuve, algo que por la gracia de aquel oscuro hombre de mi pasado obtuve y siento una espontánea necesidad de agradecerle, de buscarlo, de ayudarlo, de decirle que su objetivo se cumplió. Y salgo a la calle como un loco a encontrarle, consumo cuadras y cuadras desesperado, tengo que hallarlo y mostrar su obra; hasta que al fin, en un sombrío callejón casi familiar lo veo, acurrucado en su montón de jirones, en una noche helada, quizás pensando en ayudar a alguien como yo. Me acerco lentamente y me arrodillo ante el; esta oscuro, no puedo ver su rostro pero si el brillo de sus ojos bien abiertos. Las palabras brotan como torbellino de mi garganta, le cuento, le explico, le agradezco, le informo de mis proyectos; una inmensa alegría me inunda y quiero compartirla con el; se lo hago saber una y otra vez. Pero el no me contesta; su mirada sigue quieta, como interrogándome; vuelvo a requerirlo y continuo sin respuesta. Acerco mi encendedor a su cara y . . . . . . .sus ojos están bien abiertos y brillan, brillan por efecto de las lagrimas congeladas, su cuerpo también tiene la rigidez que solo la muerte logra y me quedo mirándolo, como buscando una explicación y descubro en su rostro helado, debajo de su sucia barba, como una sonrisa se dibuja y me permite ver sus blancos dientes, de una blancura inmaculada.

[SOLO LA LEY DE DIOS – SER SUPREMO – NOS ABRIRÁ LOS OJOS ANTE
LAS INJUSTICIAS QUE EN SU NOMBRE COMETEMOS]

jueves, noviembre 09, 2006

LA FABRICA


Terrazas del Parque era un asentamiento pueblerino, realizado sobre la base de una imponente fábrica, en torno de la cual giraba toda la actividad comercial y de servicios de la pequeña localidad de provincia.
Dicha empresa, fundadora y promotora de toda la vida social en el lugar, había comenzado sus actividades sin prisa y sin pausa, sin estridencias ni grandilocuencias, pero en constante desarrollo y progreso, logrando por ende que el pueblo creciera a su par y correspondientemente la calidad de vida de sus habitantes, más el aumento demográfico de los mismos.
Yo habitaba el lugar hacía muchos años (anteriores a la llegada de la fábrica) mi hábitat era precario, una cabaña de barro, madera y paja cercana al río que me proveía -junto a una pequeña huerta de mi creación- del sustento y agua que la naturaleza gratuitamente me brindaba, por el solo pago de conservarla, cuidarla y convivir pacíficamente con ella.
No preste demasiada atención cuando entonces llegaron las máquinas que realizarían la tarea de construcción del emprendimiento, solamente la silenciosa paz de mi insípida vida interrumpida por el trepidar de los barrenos y palas mecánicas y el incesante devenir de personas creando un murmullo que no permitía escuchar a los pájaros comunicarse entre sí. Pero el tiempo pasó, implacable y las tareas avanzaron más y más hasta que los hasta que los objetivos de la empresa estuvieron realizados y su actividad se hizo incesante, como una burbuja de espuma que crecía sin medida y lo abarcaba todo.
La floreciente empresa, admirada por todos los habitantes, realizaba sus actividades fundamentalmente en el tratamiento químico de minerales, logrando modificar – tecnología nuclear de por medio- la estructura molecular de los mismos y obteniendo aleaciones y subproductos de exquisita calidad y pureza de alto valor comercial, lo que permitía una rentabilidad asombrosa y una capacidad de crecimiento sin límites- ciertamente, era una empresa exitosa y pujante- . Pero el echo de alterar la composición de los elementos que en la naturaleza existen, conlleva también a crear elementos no deseables, producto del desperdicio de dichas alteraciones, los cuales debían ser irremediablemente desechados. Una tubería de diez pulgadas descendía desde lo alto de la fábrica con un destino final, el río, cuyo afluente arrastraba un liquido color plomizo, de textura espesa y olor irritante, que dicha tubería fluía la mayor parte del día, uno tras otro, incesantemente. Yo había notado la ausencia cada vez más notoria de peces y para mi alimentación desandaba río arriba cada vez más lejos con el fin de conseguirlo. La vegetación se hacía cada vez más rala y en partes inexistente y las finas arenas de la costa se oscurecían formando grumos pegajosos sobre los cuales ni los insectos se posaban.
Advertí que la situación se tornaba insoportable, no por lo que a mi afectaba sino por el daño ecológico y ambiental que causaba y cuyos efectos eran impredecibles. Decidí entonces elevar mi queja a los responsables de la empresa y sin miramientos me dirigi a la gran fábrica, esperando conseguir de sus directivos la comprensión del impacto que en la naturaleza causaban y poder revertir con proyectos diferentes la situación planteada. Estaba seguro que personas tan exitosas en los negocios rápidamente lograrían una solución conveniente y devolverían a natura lo que ella gratuitamente les brindaba. Sumido en estos devaneos llegue hasta la impresionante entrada, custodiada por guardias y perros de presa. Me anuncié con insistencia y solo obtuve por parte de los guardias miradas desdeñosas hacia mi persona; mal entrazada por cierto y no necesariamente símbolo de pulcritud, pero que debajo de esta cubierta exterior escondía a un ser humano con motivaciones que pretendía aportar lo suyo a un mundo solidario. Fue inútil, fue en vano mi insistir día a día ante el gigante de acero y concreto, logrando solamente la ira de los empleados testaferros que sin razonar mis palabras me expulsaban una y otra vez hasta agredirme sin razón, por el solo echo de querer explicarme con los encargados de decidir, como si ellos – los serviles- fueran los dueños de la verdad absoluta, conferida por el cargo que transitoriamente ocupaban, pensando eternizarse en el mismo, no razonando que solo eran un numero de legajo en una maquinaria laboral y por lo tanto como los residuos; desechables.
Yo había cesado en mi empeño de comunicarme, pues mi salud se resentía producto de mi alimentación contaminada y estaba pensando en alejarme del lugar, buscar nuevos horizontes, encontrar sitios vírgenes donde recobrar mi intimidad tan ligada a la naturaleza, cuando mi vista observó llegar por el sendero polvoriento a un impresionante auto negro, de esos supermodernos y enormes de clase ejecutiva ( como les dicen). Se detuvo frente a mi estancia y un chofer inmaculado abrió la puerta a una persona que con paso firme de dirigió hacia mi.
“Señor G.: - me dijo- seré concreto pues mi tiempo es oro. Han llegado hasta mi versiones que en nada favorecen la imagen de mi empresa, que es la empresa de todos los habitantes de este lugar y usted no puede desconocer esto. Por lo tanto he decidido por el bien de la misma y de la comunidad toda concederle a Vd. un beneficio económico que lo resarcirá muy convenientemente del daño que Vd. cree le he ocasionado” – concluyó-, extendiendo un sobre del cual sobresalían billetes cuyos colores encendieron de avaricia mis pupilas…..
Han pasado los años, la vida me ha cambiado en forma tal que el hombre económicamente próspero, pero interiormente vacío que hoy soy, solo encuentra regocijo cuando en contadas ocasiones; que mi desenfrenada actividad permite, puedo viajar a mi antiguo solar junto al río y sentarme sobre la estéril tierra a contemplar las ruinas de una impresionante fábrica, rodeada de casuchas semiderruídas, habitadas por alimañas que van y vienen en busca del escaso sustento.
Solo una débil hierba que lucha por crecer justo al oscuro río, despierta en mí una ilusión, la ilusión de recuperar alguna vez el lugar correcto para su madre natural y mi dignidad corrompida, mis ideales que se fueron río abajo navegando en sus sucias aguas.


(LOGRAR EL ÉXITO, LA CIMA DEL TRUINFO, EL PODER, ES TAREA DIFÍCIL PERO NO IMPOSIBLE. LA REALIZACIÓN PERSONAL SIN ALTERAR LOS PRINCIPIOS SOLO LA OBTIENEN LOS ELEGIDOS)