cuentosdeamalgama: 5 de noviembre de 2006

jueves, noviembre 09, 2006

LA FABRICA


Terrazas del Parque era un asentamiento pueblerino, realizado sobre la base de una imponente fábrica, en torno de la cual giraba toda la actividad comercial y de servicios de la pequeña localidad de provincia.
Dicha empresa, fundadora y promotora de toda la vida social en el lugar, había comenzado sus actividades sin prisa y sin pausa, sin estridencias ni grandilocuencias, pero en constante desarrollo y progreso, logrando por ende que el pueblo creciera a su par y correspondientemente la calidad de vida de sus habitantes, más el aumento demográfico de los mismos.
Yo habitaba el lugar hacía muchos años (anteriores a la llegada de la fábrica) mi hábitat era precario, una cabaña de barro, madera y paja cercana al río que me proveía -junto a una pequeña huerta de mi creación- del sustento y agua que la naturaleza gratuitamente me brindaba, por el solo pago de conservarla, cuidarla y convivir pacíficamente con ella.
No preste demasiada atención cuando entonces llegaron las máquinas que realizarían la tarea de construcción del emprendimiento, solamente la silenciosa paz de mi insípida vida interrumpida por el trepidar de los barrenos y palas mecánicas y el incesante devenir de personas creando un murmullo que no permitía escuchar a los pájaros comunicarse entre sí. Pero el tiempo pasó, implacable y las tareas avanzaron más y más hasta que los hasta que los objetivos de la empresa estuvieron realizados y su actividad se hizo incesante, como una burbuja de espuma que crecía sin medida y lo abarcaba todo.
La floreciente empresa, admirada por todos los habitantes, realizaba sus actividades fundamentalmente en el tratamiento químico de minerales, logrando modificar – tecnología nuclear de por medio- la estructura molecular de los mismos y obteniendo aleaciones y subproductos de exquisita calidad y pureza de alto valor comercial, lo que permitía una rentabilidad asombrosa y una capacidad de crecimiento sin límites- ciertamente, era una empresa exitosa y pujante- . Pero el echo de alterar la composición de los elementos que en la naturaleza existen, conlleva también a crear elementos no deseables, producto del desperdicio de dichas alteraciones, los cuales debían ser irremediablemente desechados. Una tubería de diez pulgadas descendía desde lo alto de la fábrica con un destino final, el río, cuyo afluente arrastraba un liquido color plomizo, de textura espesa y olor irritante, que dicha tubería fluía la mayor parte del día, uno tras otro, incesantemente. Yo había notado la ausencia cada vez más notoria de peces y para mi alimentación desandaba río arriba cada vez más lejos con el fin de conseguirlo. La vegetación se hacía cada vez más rala y en partes inexistente y las finas arenas de la costa se oscurecían formando grumos pegajosos sobre los cuales ni los insectos se posaban.
Advertí que la situación se tornaba insoportable, no por lo que a mi afectaba sino por el daño ecológico y ambiental que causaba y cuyos efectos eran impredecibles. Decidí entonces elevar mi queja a los responsables de la empresa y sin miramientos me dirigi a la gran fábrica, esperando conseguir de sus directivos la comprensión del impacto que en la naturaleza causaban y poder revertir con proyectos diferentes la situación planteada. Estaba seguro que personas tan exitosas en los negocios rápidamente lograrían una solución conveniente y devolverían a natura lo que ella gratuitamente les brindaba. Sumido en estos devaneos llegue hasta la impresionante entrada, custodiada por guardias y perros de presa. Me anuncié con insistencia y solo obtuve por parte de los guardias miradas desdeñosas hacia mi persona; mal entrazada por cierto y no necesariamente símbolo de pulcritud, pero que debajo de esta cubierta exterior escondía a un ser humano con motivaciones que pretendía aportar lo suyo a un mundo solidario. Fue inútil, fue en vano mi insistir día a día ante el gigante de acero y concreto, logrando solamente la ira de los empleados testaferros que sin razonar mis palabras me expulsaban una y otra vez hasta agredirme sin razón, por el solo echo de querer explicarme con los encargados de decidir, como si ellos – los serviles- fueran los dueños de la verdad absoluta, conferida por el cargo que transitoriamente ocupaban, pensando eternizarse en el mismo, no razonando que solo eran un numero de legajo en una maquinaria laboral y por lo tanto como los residuos; desechables.
Yo había cesado en mi empeño de comunicarme, pues mi salud se resentía producto de mi alimentación contaminada y estaba pensando en alejarme del lugar, buscar nuevos horizontes, encontrar sitios vírgenes donde recobrar mi intimidad tan ligada a la naturaleza, cuando mi vista observó llegar por el sendero polvoriento a un impresionante auto negro, de esos supermodernos y enormes de clase ejecutiva ( como les dicen). Se detuvo frente a mi estancia y un chofer inmaculado abrió la puerta a una persona que con paso firme de dirigió hacia mi.
“Señor G.: - me dijo- seré concreto pues mi tiempo es oro. Han llegado hasta mi versiones que en nada favorecen la imagen de mi empresa, que es la empresa de todos los habitantes de este lugar y usted no puede desconocer esto. Por lo tanto he decidido por el bien de la misma y de la comunidad toda concederle a Vd. un beneficio económico que lo resarcirá muy convenientemente del daño que Vd. cree le he ocasionado” – concluyó-, extendiendo un sobre del cual sobresalían billetes cuyos colores encendieron de avaricia mis pupilas…..
Han pasado los años, la vida me ha cambiado en forma tal que el hombre económicamente próspero, pero interiormente vacío que hoy soy, solo encuentra regocijo cuando en contadas ocasiones; que mi desenfrenada actividad permite, puedo viajar a mi antiguo solar junto al río y sentarme sobre la estéril tierra a contemplar las ruinas de una impresionante fábrica, rodeada de casuchas semiderruídas, habitadas por alimañas que van y vienen en busca del escaso sustento.
Solo una débil hierba que lucha por crecer justo al oscuro río, despierta en mí una ilusión, la ilusión de recuperar alguna vez el lugar correcto para su madre natural y mi dignidad corrompida, mis ideales que se fueron río abajo navegando en sus sucias aguas.


(LOGRAR EL ÉXITO, LA CIMA DEL TRUINFO, EL PODER, ES TAREA DIFÍCIL PERO NO IMPOSIBLE. LA REALIZACIÓN PERSONAL SIN ALTERAR LOS PRINCIPIOS SOLO LA OBTIENEN LOS ELEGIDOS)