cuentosdeamalgama: 15 de octubre de 2006

martes, octubre 17, 2006

OTRO TRISTE 17 DE OCTUBRE


Parece que 61 años no son nada. El tiempo transcurrido no ha servido para nada. Todos los actos devengados por la parafernaria peronista siempre tienen un destino final de violencia e imposiciones elitistas. La imposición de unos sobre otros es una constante latente y la necesidad de sobresalir de unos sectores sobre los demás parece mas importante que el evento mismo.
Cuando la noticia de un supuesto analisis de ADN sobre los restos del ya ajetreado cuerpo del gral.Perón se difundió, la sensación que me inundó era que el gobierno utilizaría esta movida judicial con fines de publicidad al mejor estilo del Goebbels de Hitler. Lamentablemente no estaba equivocado y se utilizó el triste evento con una doble finalidad ( con dos patéticos féretros de por medio ) regando siempre de misterio y segundas intenciones lo simple y razonable del cumplimiento de una resolución judicial- que hasta ahora no tengo información si fue realmente efectuada- solo privó como idea primigénita la" concreción" del último deseo terrenal en su paso a la posteridad del entonces reconvertido general: Terminar su vuelo celestial en la tierra que lo vió nacer, sobre un "túmulo" a lo indígena, sobreelevado del resto de los mortales que simple y ecológicamente abonan la tierra con sus restos. Los deseos póstumos siempren son loables y respetables, pero la utilización politica de los mismos con intereses espúreos por partes de los gobernantes y demás actores de esta tragicómica escena que es la realidad politica argentina; deprime, denosta y hasta exacerba el raciocinio de un pueblo del cual me siento parte y que vé con angustia y dezasón como los valores morales de utilizan como trapo de limpieza de una mesa colmada de mentiras verdaderas.
El devenido orador principal Nestor faltó a la cita programada por la productora Cristina- error de cálculo- ante las violentas manifestaciones de los siempre encaramados seguidores de Moyano y cia. Era razonable, luego vendrán las explicaciones inexplicables del Sr. Presidente desde su foro bien resguardado a preguntas indiscretas via bunker de casa de gobierno ( reducto bien iluminado, con cámaras, microfonos y auditorio acorde).
Triste realidad esta de gobernar con la billetera que llena el pueblo con su sacrificio como si fuera propia. Triste realidad la utilización de echos del pasado en beneficio propio, no respetando a quienes verdaderamente fueron protagonistas de los mismos. Triste, hoy me siento triste, quizás porque nunca compartí el ideario peronista y con justa verguenza ajena me invade la angustia del hombre robado.

EL MOMENTO ANHELADO


EL MOMENTO ANHELADO


Mi niñez fue como la de todo niño de clase media; con altibajos, con alegrías y frustraciones propias de quien depende de un padre empleado, el cual debe acogerse a los avatares que el destino le impone y ofrece lo que el mismo le pone a su alcance. Pero yo era feliz a mi manera, con mis amigos de igual estirpe, con los juegos inventados fruto de la escasez. Eran días de estudio con carencias, con el descubrir cada día un mundo insólito a pesar de las necesidades, tratando incansablemente de aprender cosas novedosas y descubrir lo oculto.
Pero crecí y pronto llegó el momento que durante mi infancia me había emocionado, imaginando siempre como me vería, como sería, que emociones me depararía. ! El servicio militar ¡Y llegó, como todo en esta vida y no cabía en mi cuando el sorteo me favoreció y la posterior revisación médica avaló mi apta condición física. ¡Ya era un soldado! Listo para defender a mi patria y sus intereses, preparado para servirla y deseoso de hacerlo.
Cuando partí con mi contingente al destino que militarmente se me asignó, mi corazón latía aceleradamente, con la emoción y la intriga de estar por fin viviendo “mi momento”.
Llegamos a destino y en tropel descendimos del tren que nos movilizó, con una emotividad propia de los años jóvenes y la alegría de experimentar emociones nuevas. De pronto, como para despertar del sueño idílico, una “instrucción militar” que ablandara nuestros cuerpos civiles; todavía con la ropa limpia que mi madre me había preparado a la partida, nos hizo comprender a mi y a mis pares, el odio inconfeso de una parte de la sociedad hacia la otra; como si no fuéramos un todo, como si la dignidad tendría que perderse o dejarla colgada en el portón de entrada a ese mundo diferente y con claras diferencias con lo mío conocido. Yo entendía que el momento que el país vivía no era el ideal, que imperaba una lucha interna por el poder. Los militares gobernantes mantenían una lucha constante con fuerzas revolucionarias de sentimientos extremos. Todo era lógico, no éramos nuevos servidores de la patria, si un montón de civiloides adoctrinados a una vida inservible y por lo tanto merecíamos un lento y sistemático lavado de cerebro, borrando a fuerza de golpes, insultos y degradación toda huella de alma y solidaridad, formándonos entonces como los profesionales de la guerra que el momento militar imponía. Y lo consiguieron, poco a poco, día tras día-pasaron cinco interminables meses de instrucción- donde aprendimos como vivir con menos de lo imprescindible, como aguantar nuestras necesidades al extremo, como desconfiar hasta del mejor amigo; como robar, beber, prostituirse…..
Hoy soy un hombre nuevo: No tengo ambiciones ni anhelos, no tengo identidad pero si un número identificatorio. Solo llevo una consigna y es destruir, reprimir, acabar con el enemigo y hacia ello voy.
Cuando partimos hacia el monte todo hacía prever tiempos difíciles. Se descontaba un triunfo seguro si la mitad de nosotros volvía con vida, el cálculo matemático no tenía en cuenta el porcentaje que se perdía, no analizaba que vidas humanas se terminaban. Solo era importante el objetivo propuesto, acabar con el enemigo o sea la otra parte en disputa, aunque los mismos hubieran nacido, crecido y fueran parte indivisible del país que nos abrigaba.
Tuvimos muchos enfrentamientos, por lo que matar o no dejar que lo hicieran con uno se hizo moneda corriente, forjándonos una identidad mas parecida a una maquina destructora que a una persona con sentimientos. Día tras día, en un incesante devenir de hechos, nuestro numeroso grupo en principio, fue perdiendo integrantes hasta llegar a un reducido pero “selecto” pelotón, al cual todavía tenía la suerte de pertenecer.
Aquella fue la peor noche, cuando la mayoría dormíamos, de pronto nos vimos envueltos en un infierno de disparos y por la confusión reinante busque refugio en la espesura del monte, sabiendo que al hacerlo podía intentar minimamente salvar mi vida. Pensaba que una vez reagrupados podríamos contraatacar a ese enemigo por el momento invisible. Fueron los momentos mas largos e interminables, la espera se me hizo aterradora; hasta que por fin las detonaciones acabaron y mi corazón comenzó a retomar sus latidos habituales. Con cautela y despaciosamente me acerque al lugar del combate. Al llegar al mismo y a pesar de la oscuridad reinante pude observar una escena que por lo macabra me congeló la sangre; no podía asimilar que uno a uno iba reconociendo los cuerpos de mis hasta hace un momento compañeros. Todos, todos estaban muertos, mutilados, mezclados en un dantesco escenario en que la muerte reinaba orgullosa. Estaba solo……
Los días que pasaron posteriormente fueron una lucha constante por sobrevivir, mi entrenamiento me servía en esa tarea y aunque mis víveres se acabaron, conseguía del monte el sustento que permitía a mis fuerzas renovarse y no desfallecer. Rogaba a cada momento que la lluvia apareciera para libar de las hojas el precioso y vital elemento, pero la misma no llegaba y ya sentía mi saliva espesa, con mi lengua casi pegada al paladar. Empecé a presentir el final y fue entonces cuando sentí un silbido conocido que congeló la sangre en mis venas; eran obuses, obuses disparados contra el enemigo por la fuerzas a las que pertenecía, ellos no tenían en cuenta que estaba vivo. Me acurruque contra unos árboles y esperé el final, convencido del poder destructivo al cual me exponía. Pero no fue así y otra vez mi suerte me brindó otra oportunidad y con mis ya escasas fuerzas traté de continuar mi camino, cuando mi borrosa visión observó aquella cabaña, destruida casi en su totalidad, producto de los bombardeos y a la que llegué con dificultad pero deseando encontrar entre los restos humeantes algo que satisficiera mis necesidades. Entonces la vi, arrodillada junto a los cuerpos de los que alguna vez fueron sus familiares, llorando desconsoladamente en un último intento de atesorar en su desdicha, las vidas ya destruidas por designio de los que por justificar sus fines, no se privan de mutilar la existencia de seres inocentes.
Era casi una niña, su andrajosa vestimenta denotaba la pobreza en que vivía, su piel cobriza revelaba sus raíces autóctonas y me hicieron pensar por un momento en la ingratitud a la que exponíamos a los verdaderos dueños de la tierra. Fue la última imagen que recuerdo, mi fiebre en aumento y la deshidratación colapsaron y un calor intenso subió por mi cuerpo, mi visión se borró y deje de pertenecer al mundo de los concientes……….
Cuando abrí mis ojos ella estaba allí, atendiéndome como lo había hecho durante tres días en que mi coma me hundió en un profundo sueño, del cual no hubiera salido de no mediar su esmerada atención. Las jornadas posteriores permitieron que me repusiera, agua y comida mediante, que ella maravillosamente conseguía y yo trataba de corresponder ofreciéndole afecto y cariño –no siempre sinceros- sabiendo lo útil que me había sido.
No podía entender completamente el porque de su empeño en salvar a un extraño, a un integrante de las fuerzas que habían acabado a su familia, a un intruso en su terruño.
Cuando sentí mi vitalidad recuperada, alentándome a partir, decidí hacérselo saber, pero ella lo tomó con desagrado, con pena; como si no valorara la abnegada tarea que por espacio de varios días ella había realizado, con una devoción samaritana. No era la realidad, yo había aprendido a valorar profundamente sus actos, pero debía imperiosamente regresar a mi puesto de comando a transmitir el incidente. Esas eran mis instrucciones y debía pese a todo cumplirlas y así lo hice…………..
Poco a poco se fue acallando su llanto en cuanto más me interné en la espesura y de la misma manera ese sentimiento de impotencia que me embargaba, se fue diluyendo con la distancia.
Caminé por días, lo sabía por la débil luz solar que atravesaba con dificultad los añosos árboles, dejando atrás la inconmensurable oscuridad, la cual me aterraba y horrorizaba; por lo que había decidido mi descanso en momentos diurnos y llegada la noche desandaba el monte como animal al acecho, con todos los sentidos puestos en el menor movimiento, en el mas ínfimo ruido, en la mas imperceptible brisa.
Aquella noche mis oídos zumbaban y un presentimiento negativo me atormentaba. Durante las horas de luz había sentido un murmullo entre el follaje, como si algo o alguien estuviera allí, merodeando, vigilando o……. esperando.
Sentía el sudor recorrer mi frente y una sensación de pánico me invadía. Es terrible la incertidumbre de no poder ver al enemigo, lo coloca a uno en una desprotección total ante los movimientos que realice. Tenía miedo y eso me alertaba a cualquier ataque. Mientras caminaba esperaba el momento en que intentarían sorprenderme. Estaba atento y listo para enfrentarlos.
De pronto pude divisar un bulto escabulléndose entre los árboles y no lo dudé, disparé como desquiciado hasta acabar el cargador y ocultándome lo mejor posible me dedique a esperar. Fueron minutos eternos y cuando al fin consideré lógico salir, arrastrándome cual reptil, alcancé el lugar que había atacado y pude divisar al enemigo abatido. La oscuridad no me permitía ver con claridad y ante la morbosidad de ver su rostro, encendí una linterna de mi equipo y me acerque a verlo.
Todos los recuerdos de mi infancia pasaron fugazmente por mi mente, aquella ferviente decisión de ser soldado de mi niñez que hoy era realidad. Para que, por que, si solo había conseguido convertirme en un asesino de ………..niños. Era ella, la dulce muchachita que salvó mi vida, la pequeña abnegada que se sacrificó por mí. No podía creer lo que había cometido. Solo un enfermo de resentimiento como yo podría ser ejecutor de tamaña injusticia. Llorando como un niño me arrodillé junto a su cuerpo destrozado por mis balas asesinas. Vi que entre sus manos aprisionaba algo y decidí en mi amargura averiguar que era. Sus dedos crispados por la muerte atesoraban un recuerdo, algo de mí, la chapa identificatoria que siempre llevé en mi cuello y en ese instante noté en falta. Ella, una criatura del monte, alguien sin la educación que yo ostentaba, alguien insignificante a los ojos del mundo, poseía el maravilloso don de perdonar y comprometerse afectivamente con basuras humanas como yo.
Una sensación de opresión aplastó mi pecho. Como un autómata tomé mi fusil, lo cargué despaciosamente, coloqué el cañón del mismo dentro de mi boca y sin mediar pensamiento alguno, oprimí el disparador.




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domingo, octubre 15, 2006

EL BORRACHO



EL BORRACHO

Vivo allí, en ese rincón sucio y maloliente, oscuro e inadvertido, allí soy rey, faraón, magnate y dueño y señor y no rindo cuentas a nadie, no hay relojes ni contratos que cumplir, solo tengo una necesidad, una imperiosa necesidad de conseguir los medios que me permitan obtener ese elixir que refresca mi garganta y pulveriza mi hígado, ese a veces suave, a veces áspero, pero siempre milagroso liquido que me da nuevas fuerzas y me brinda la emoción de vivir en embriaguez, lejos del mundanal ruido, lejos del devenir de la bolsa, lejos de la inflación, del desempleo, de la pobreza social, de la corrupción, de la politiquería barata, de la fastuosa vida burguesa y de todas esas cosas que componen la mal llamada sociedad que nunca fue, ni será igualitaria y justa.
Mi cerebro vive embotado en el alcohol y eso logra cosas que ni el dinero consigue. Ilusiones casi reales; momentos casi vividos; sensaciones casi realizadas, sino fuera por el casi todo seria ideal, solo con unos centavos de alcohol y el milagro se realiza.” Como cuando veía a esas estudiantes salir del colegio pretendiendo ser mujeres, luciendo sus cuerpos jóvenes y firmes, ofreciendo la generosidad de sus contornos en apretadas ropas y las veía llegar a mi sedientas de sexo y experiencias y yo me brindaba, como siempre botella de por medio y con la ayuda de mis manos y mi fantasía era perfecta, mezcla de verdad e ilusión, pero en una conjunción sin errores, sin igual. Como cuando observaba a esas monjas ir de compras por la mañana, con sus atuendos largos y cerrados y sus miradas esquivas. Pero podía atravesar sus pesados géneros con mi inquisidora mirada y verlas así, desnudas, sin su coraza protectora y percibir que son de carne y hueso, con virtudes y defectos, no ángeles inalcanzables y así las deseaba, aun viejas y feas, por el solo echo de ser extrañas a lo imaginado, entonces las llamaba a mi cerebro y comenzaba mi orgía romana con todo el grupo, describirlo seria dantesco, pero todo lo imaginable era posible, aun lo absurdo y mi satisfacción llegaba al sumun del éxtasis”

Pero no todas mis experiencias son dignas de recordar, no todas mis fantasías son perfectas, no todos mis sueños se conjugan en realizaciones exitosas. “como aquella vez que esa niña hermosa, que siempre veía pasar por las tardes, de regreso de su colegio. Yo había aprendido a desearla, a silenciosamente descubrir su intimidad, a formarme la idea que también ella, en su interior, también ansiaba mi presencia, siempre, todas las tardes, como un rito.
Pero esa noche, quizás por una circunstancia extraña, ella regresaba a su domicilio varias horas después de lo acostumbrado y yo a esas horas, por efecto del alcohol consumido ya no podía ni siquiera balbucear palabra. La vi. pasar y en mi interior una extraña sensación despertó, me insuflo fuerzas extraordinarias que me llevaron a seguirla como un poseído, hasta lograr abordarla, haciéndole conocer mis oscuras intenciones, mi impetuoso deseo de conseguir de ella mi satisfacción casi animal, mi inenarrable concepto de cómo conseguir afectos. Mi aturdido cerebro no coordinaba la realidad con la ilusión y en esta mezcla simbiótica de perversión y milagro pude por fin obtener de ella sus favores y sentí por primera vez la indescriptible y formidable sensación de estar dentro de ese cuerpo joven y excitante. Todo fue una sucesión de momentos sublimes, todos mis anhelos fueron cumplidos en aquella noche eterna, todas mis aberraciones sexuales se hicieron realidad. Nunca, quizás nunca vuelva a tener una experiencia como esta y es por ello que lo que ocurra posteriormente no me importe, solo ver como mi semen inundaba a esa carne joven y temblorosa.
Llego la mañana y con ella mi cerebro despertó a medias del limbo al cual me sumía la bebida. Una imperiosa necesidad de volver a sentirme inmerso en la bruma del alcohol, me hizo saltar a buscar mi botella salvadora y fue entonces que mire mis manos y no logre explicación a lo que vi.: sangre, sangre coagulada; en mis manos, mis brazos, mi ropa, por todas partes.
Mire alrededor mío y vi algo aterrador. Allí, en aquel rincón sucio y maloliente, en mi hábitat natural de aquella construcción semiderruida, estaba el cuerpo de una mujer joven, con la cabeza destrozada por innumerables golpes propinados con una pesada piedra. Su cuerpo desnudo presentaba inmensos moretones como producto de un maltrato sin igual. No podía entender lo que veía, no podía creer como alguien era capaz de realizar tamaña vejación y no tener luego remordimientos. Pero no era yo quien debía juzgar a la gente, mi única meta, mi único objetivo era conseguir esa botella que me devolviera a mi estado habitual, a mi mundo irreal, a volver a soñar fantasías y esperando que sean parecidas a las de anoche.”

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