cuentosdeamalgama: MI DESTINO

viernes, marzo 21, 2008

MI DESTINO


MI DESTINO

"Cuando mis padres decidieron partir de aquel pueblo de Holanda, mil preguntas recorrieron mi mente. ¿ Como serían aquellas tierras desconocidas a las cuales ibamos ? ¿ Cual sería el aspecto de sus habitantes ? ¿ Que clima nos abrigaría, como serían sus playas, su fauna....? Muchas, muchas incognitas y la ansiedad de descubrir nuevos horizontes, la sensación interior que mueve la curiosidad de lo oculto, la imprevisible y audáz aventura que movía todas mis neuronas y me motivaba a la exaltación.
Fueron las raíces colonizadoras de mis padres, o tal vez la férrea educación protestante; o quizás el ferviente deseo de aventura lo que movieron a la companía que financiaba el emprendimiento a seleccionarnos junto a otras muchas familias en aquel viaje a través del mar, que me pareció interminable. Hacinados como ganado, con la comida y agua racionada y una tripolacion que nos trataba como prisioneros, en lugar de lo que realmente eramos : ! Colonos ¡
Pero llegó el ansiado momento en que vimos la costa de aquel continente desconocido, sobre el cual mil leyendas hablaban -Africa-, con sus inmensas planicies vírgenes y sus extraños moradores, con su clima tórrido y su fauna casi irreal. Y desembarcamos con nuestro pequeño bagaje, llenos de ilusión y esperanza, a realizar la abnegada tarea de producir, de extraerle a esta tierra nueva los frutos que natura mediante nos iba a entregar.
Fueron años duros, de mucho esfuerzo y tropiezos, pero nuestra férrea voluntad superó todos los escollos y al fin logramos conseguir el fin propuesto; ver como los campos se cubrían de un verde esplendoroso y como el ganado se reproducía bajo el sustento que nuestras manos arrebataban al suelo. pero había una verdadera complicación y esa era la falta de agua, por ello realizabamos permanentes excavaciones en búsqueda del vital elemento tan esquivo a nuestros intereses y fué en esos avatares que ocurrió aquel descubrimiento que marco un hito en nuestra historia y la de aquellas lejanas tierras ! Petróleo ¡
Cuando vimos brotar del barreno que perforaba la tierra en busca de nuestra ansiada agua, aquel negro y viscoso líquido, que con fuerza se encrepó en el aire y nos salpicó a todos, al unísono festejamos, como si la gloria nos hubiera alcanzado, como si el destino por fin nos premiara de la mano de la fortuna - Que equivocados estábamos - Ese oro negro solo nos trajo desdicha y destierro de aquel vergel que habíamos creado.
Loa hechos posteriores a aquel descubrimiento marcaron a fuego en mí personalidad el espíritu del desarraigo y la injusticia. Aquella companía que nos había llevado a ser pioneros, que nos había entregado una tierra estéril que con ahínco y tesón transformamos en fértil, ahora concesionaba las mismas a los más sanguinarios piratas de la tierra : ! Los ingleses ¡ y empezaron a llegar por oleadas, como una masa incesante de escoria que arrasaba todo lo construido, que buscaba solamente el rédito económico del fluido que manaba de la tierra y por ello exponía todo nuestro sacrificio y echaba abajo nuestro proyecto y nos colocaba en la incómoda situación de enemigos.
Poco a poco fuimos cediendo terreno con el norte como mira, ayer abandonando nuestros campos, hoy perdiendo nuestro ganado y mañana transitando otros caminos hasta cruzar el grán rio; con la esperanza de refundar nuestro latifundio. con la esperanza que allí, lejos, sus obsesionados corazones dejaran de perseguir nuestro ideal de forjar una sociedad diferente, marcada por el trabajo fecundo y con el único deseo de lograr de la tierra el fruto del esfuerzo leal. Aquel nuevo hogar se llamo Transvaal y parecía ser por fin nuestra meta final.
De aquellas familias inglesas que nos habían invadido solo recordaba a Grace, una rubiecita ingénua, de unos catorce o quince años ( algo menor que yo ) que con su candidez y gracia me hacía olvidar en algo el odio atróz que a su estirpe yo prodigaba. Ella era tierna y dulce, su formación católica la hacía diferente a mis gustos religiosos, pero aún así algo en su persona me motivaba y arrancaba de mí nuevas emociones, sentimientos que nunca había experimentado.
Nuestro exilio hacia el pais del norte nos había distanciado y nuestra despedida me dejó un amargo sabor, que el tiempo transcurrido en nuestro nuevo habitat no lograba transformar. Necesitaba verla, hablar con ella, disentir, discutir, pero verla. Entonces por fin me dí cuenta que la amaba, que era quizás un imposible, pero la amaba, la necesitaba aunque nunca el roce de sus labios se hubiera posado en los mios, aunque ella quizás no entendiera ni compartiera mis deseos. La amaba y ....! Estaba seguro de ello ¡
Aquel primero de julio fué un dia de decisiones, tal vez acertadas, pero que en definitiva solo trasuntaban mis anhelos. Partí, si partí, dejé a mis padres y todo mi mundo en pos de una ilusión, de una quimera y allí estaba, viajando en ese maltrecho tren de carga que los ingleses habían instalado para proveer de materia prima a su floreciente industria del sur de África ( mi antiguo y recóndito hogar ). Todo ese trajín hacia el sur, mezclado con ganado malholiente y fardos de heno, no hacía sino aumentar mi ansiedad de llegar a destino - mi destino - y encontrar a Grace, saber de ella, conocer sus deseos, complacerla y complacerme, en definitiva, poder expresarle mis sentimientos y esperar de ella una respuesta afirmativa. Esa odisea de días llegó a su fin cuando por entre las hendijas de las tablas del vagón, observé aquella ciudad que me pareció inmensa, deslumbrante, que contrastaba a horrores con el caserío que había dejado años atrás en mi forzado alejamiento. Todo era distinto, más amplio, más vistoso, con un lujo impropio de personas como yo.
Estuve deambulando pot la ciudad unas horas, reconociendo lugares, hubicándome en situación y cuando me sentí capáz y con el coraje para afrontar mi encuentro con el ser deseado, encaré con decisión su inmensa casa. Cruzando el vallado que la cercaba, ignorando los carteles de prohibicion existentes, sintiendo que mi corazón latía en pulsaciones aceleradas y con mis manos temblorosas y húmedas alcancé el eslabón de bronce de su puerta, lo hice sonar con insistencia........y esperé.
Mil imágenes recorrían mi mente en la espera, cuando la puerta se habrió y ante mi apareció la forma regordeta y poco amigable de su padre; aquel que con manejos turbios y procederes deplorables había dejado a mis padres en la ruina, aquel ser despreciable que con falso orgullo y genuina soberbia nos quitó el fruto de años de sacrificio. Lo miré y no pronuncié palabra y al cabo de unos segundos que para mí fueron siglos, el rompió el silencio con un ¿ Que quieres, muchacho ? dicho esto en su estilo sobrador y pedante, como inquiriendo explicaciones de una culpa inexistente. Yo solo atiné a balbucear su nombre - Grace- sabiendo que mi proceder no me llevaría a buen destino, pero deseando que la providencia me otorgara una brisa de fortuna. El me miró de arriba abajo, como quién observa una mercadería en venta y luego de recorrerme en plan de estudio dió nedia vuelta y entró en la casa dejando la puerta entreabierta, permitiendo que mis exaltados ojos observaran su caminar sombrío escaleras arriba; hacia la habitación de mi amada.
Todo en mi era una convulsión, mis piernas tiritaban, mi respiración se entrecortaba ¿ Qué le diría, cómo reaccionaría ella ? ¿ Me atenderá, se acordará de mí ?.
Nunca olvidaré en mi vida aquella imágen, nunca mis ojos tendrán la impresión perenne que registraron aquella vez. Entre el marco y la puerta, un delgado espacio, me permitió verla descender las escaleras, inmensamente hermosa, graciosamente bella, inmaculada y volátil, como un ángel, como una diosa; como realmente era y es para mi. Entreabrió la puerta y su sonrisa fué un bálsamo que inundo mi ser y cuando sus labios pronunciaron mi nombre - Erick ¿ Eres tú ? - fue como si una descarga eléctrica me recorriera de pies a cabeza.
Fué un momento sublime, casi único. Me costó horrores comenzar. Todo el argumento que tenía preparado se hizo añicos ante su sola presencia. Solo el tierno abrazo que ella me prodigó de imprevisto me sacó de la abstracción del momento.
Grace - dije temeroso- estoy aquí por un solo motivo, un único e imperioso motivo, te amo, ya lo pense y repense y mi corazón tiene un solo mensaje: Te amo más que a nada en el mundo.
Mis palabras quedaron flotando en el limbo y un silencio atróz cortó el aire. De pronto sus palabras me devolvieron a la realidad.
Erick - comenzó - Eres la persona más dulce que he conocido en mi vida. Sé de tus nobles intenciones y de la verdad de tus palabras. Nada me hace dudar de lo sincero de tus actos, pero también debes conocer mi situación familiar y como hombre inteligente que eres, no dudo que razonarás sobre la misma. Hay una grán distancia entre lo que yo deseo y lo que en definitiva puedo hacer de mi vida. Erick, mi dulce Erick- repitió con calma- hace un tiempo largo que mi padre tiene decidido cual será mi destino y con quien compartiré mi futuro. Precisamente no es contigo. Eres quizás la última persona que él tendría en cuenta para conformar mi futura familia y por ello, aunque mi corazón diga lo contrario, tengo que pedirte por honor a tus sentimientos que te alejes de mi, que nunca vuelvas a verme, que te olvides que existo.
La presion de cien manos aprisionaron mi garganta. Una sensación de amargura extrema me invadió y mi cerebro se puso en blanco. No coordiné palabra, ni gesto.......y como un zombi comenzé a desandar mi camino, dejando atrás mi única esperanza de vida, mi única ilusion de felicidad.
El regreso al norte no tiene descripción, porque mi mente borró todas las imágenes. Solo estaba plasmada, esquistada, la figura de mi amada Grace diciendome adios,enmarcada en la puerta, como lejana.
Los dias, meses y años posteriores no pudieron borrar mi angustia y desazón. Me convertí en un ser huraño y quejoso, siempre malhumorado y al cual la sonrisa no formaba parte de su rostro ni por equivocación. La muerte de mis padres; mamá primero y papá luego, habrieron nuevas heridas en mi ya ajetreado corazón, pero mi temple holandés siguió intacto, vigente. Por ello, cuando recibí la noticia de aquella posibilidad de viajar a otro continente, de comenzar a colonizar nuevas tierras, de emprender nuevas rutas y nuevos desafíos, no lo dudé y fuí de los primeros en encolumnarme tras ese objetivo: Argentina, en el sur de América, en el confín del mundo, donde nada ni nadie me recordara mi ingrato pasado.
Partí del tórrido clima de África hacia ese desconocido pero exhitante lugar en el mundo. Patagonia lo llamaban quienes ya habían estado allí y las noticias de su clima no eran muy alentadoras, pero mi férrea voluntad de cambio deshacía cualquier contingencia y hacia aquel destino se dirigió el barco durante interminables días, cruzando un vasto océano que muchas veces nos metió mas de un susto con sus imprevistos cambios de humor. Pero todo tiene un final y este por fin llegó cuando ente mis azorados ojos, aparecieron las altísimas costas, que las encrespadas olas golpeaban sin cesar, de aquella, ahora próxima Patagonia argentina. El barco bordeó un estuario, no sin dificultad, para depositarnos por fin en el deseado puerto de ultramar. Una nueva vida comenzaba, un nuevo desafío estaba en ciernes y hacia el, tomé mis bagajes y decidido desembarqué.
No fué fácil, ni mucho menos, arrancarle a aquella agreste y fria tierra los frutos del trabajo. Los constantes vientos barrían la zona y en único ganado que soportaba ese clima tán inhóspito era el bovino- al cual no estaba muy familiarizado- pero las contingencias le enseñan a uno a fortalecerse y a aprender en base a sacrificio. Y así, lentamente pero sin pausa, fuí obteniendo logros y fracasos, pero en definitiva el ideal, el objetivo productivo se hizo realidad y era motivo de orgullo verlo plasmado. La lucha diaria, el permanente trajín aplacaron en mi negatividad; comenzé a ser otra vez la persona jovial y saludable que otrora. Todos estos años de lucha me forjaron y me engrandecieron interiormente, ya mi carácter aplacado mejoró mi visión del mundo y dedicaba cada segundo de mi existencia a mejorar mi granja, tal vez descuidando mi vida afectiva, pero eso no importaba cuando veía los éxitos laborales.
Aquella mañana salí decidido, rumbo al pueblo de Darwin- un asentamiento petrolero- con el objetivo de realizar unas compras de equipos de pastoreo nuevos. Era allí el mejor lugar donde conseguirlos y aunque el viaje en mi carretón era tedioso y largo, no me importaba. Solo quería mejorar en lo que yo pudiera mi granja y me encaminé hacia el, casi diría con alegría.
Era un pueblo industrial, con grandes negocios e innumerables talleres. Con edificios de techos a dos aguas- típica construcción inglesa- y una importante calle principal donde convergían otras pequeñas, como formando un círculo. Me detuve frente a una almacén de ramos generales, con el deseo de obtener allí lo que necesitaba. Entré y me asombré de ver tanta variedad y cantidad de articulos y mi ansiedad por conocerlos la fuí saciando por tanto tiempo que un empleado me devolvió a la realidad cuando dijo: Señor, si no encuentra lo que busca solo tiene que pedirmelo. Sus palabras me quitaron del limbo en el cual me encontraba absorto y le respondí, agradeciendole su atención y poniéndolo al tanto de mis necesidades. El salió presuroso a buscar mi pedido y yo quedé esperando su regreso, mirando cosas en los estantes de la tienda. Fué entonces que al girar mi mirada hacia un pasillo lateral, la ví. Era ella, sí ella, mi Grace. No podía creerlo, restregué mis ojos pero la imágen seguía allí, parada ante unos niños que tironeaban de su vestido, como si pidieran algo que no se les concedía. Me acerqué dudando, tembloroso y cuando llegué hasta ella y nuestras miradas se enfrentaron, sentí el bálsamo de sus ojos verdes inundar mi cuerpo, mi corazón volvió a latir desenfrenadamente como hace muchos años, no me contuve y exclamé su nombre con verdadera pasión. Pude sentir su sorpresa, percibí su agitación, un halo de energía me invadió y nos envolvió a los dos.
Erick, mi dulce Erick- me dijo- que hermosa sorpresa el verte. Cuantos años pasaron sin que nos viéramos, cuantas noches me desvelé pensando como estarías, cuantas notas escribí para luego romperlas, expresando lo que mi interior decía a gritos y que mi boca callaba. Erick- prosiguió- todo este tiempo no hizo más que agigantar el sentimiento que por ti tengo, pero la realidad se me presenta y con amargura debo decirte que solo serás en mi futuro un hermoso recuerdo.
Sus palabras repicaron como martillo en mi cerebro confundido. No podía ser que luego de tantos de espera, de desear el momento supremo de reencontrarla, ella, mi amor eterno derrumbara con una frase lapidaria todas mis ilusiones. Reaccioné al momento y con la avidéz que la desesperación provoca, le contesté: Grace, tus palabras no dicen lo que mi corazón presiente. Podrás evocar mil pretextos, pero tus ojos expresan con esa luminosidad lo que tu boca trata de ocultar. Te amo, te amé y te amare por siempre y presiento en la ansiedad que manifiestas, que lo mismo sientes por mí. Te pido por el amor que siento que abras tu corazón y con la sinceridad de quien nunca me engañaría, me digas la verdad de tus sentimientos.
Sus labios temblorosos empezaban a balbucear una respuesta, cuando un grito de mando resonó en el pasillo. Grace, mujer, ven aquí que te necesito urgente- dijo un regordete que la doblaba en edad- ella no pudo ocultar su sobresalto y presurosa, tomando a los niños de la mano, se alejó de mí diciendo: Es mi marido. Te espero esta noche a las 22 horas en el establo que se encuentra al final de la calle. La ví alejarse entre los recodos de la tienda y una luz de esperanza se encendió por sus últimas palabras, una pequeña braza de ilusión a mi enardecida hoguera que necesitaba avivarse con su deseada presencia.
Las horas que separaban nuestro ansiado encuentro me parecieron eternas. Caminé como zombi por todo el pueblo, recorrí sus polvorientas calles sin un rumbo fijo, dejando que el tiempo pasara sin sentido, esperando consumir las horas con la avidéz del momento esperado, el momento cumbre que por fin llegó.
Estaba cavilando sentado en los fardos de alfalfa, cuando la luz de la luna enmarcó su figura en el portón de entrada. Mi corazón dió un vuelco y la exitación de verla se debe haber respirado en el aire. Avanzó lentamente, como flotando, hasta llegar donde mi. Sentí el alboroto de su corazón exaltado, pude percibir como su piel desbordaba de feromonas y sin dudarlo un instante, como un autómata, tomé su rostro entre mis manos y con el deseo a flor de piel, besé sus labios apasionadamente, alocadamente, una y otra vez, sin detenerme, empezando a recorrer su cuello con mi boca sedienta de esa carne ardiente, descubriendo su tembloroso cuerpo al desnudo, libando cada centimetro de esa piel deseada. El contacto de su cuerpo con el mío despertó en ella una pasión desenfrenada, nos aferramos con tal fuerza que la respiración se hizo dificultosa y en medio de tal locura amorosa, sentí elevarse a mis sentidos cuando estuve dentro de ella, de mi amor único, de mi ansiada Grace. Fueron momentos sublimes, eternos, mágicos, que solo el indescriptible momento del orgásmo pudo superar en intensidad. Desfallecidos y jadeantes, pero gozosos en plenitud, nos dejamos caer sobre el piso cubierto de heno, riéndonos con una felicidad plena, con una sensación de hartazgo de alegría.
Estuvimos largos minutos mirándonos sin pronuciar palabra, solo el idioma de nuestros ojos diciendo como y cuanto nos amábamos, de que forma esta unión nos alejaba del odioso mundo que nos enemistó, de como sería la vida ahora en adelante. De pronto ella, de levantó y tomó su ropa. Sin dejar de mirarme comenzó a vestirse. Sus ojos esmeralda no dejaban de recorrerme y su expresión apasionada me hicieron sentir pudoroso. Se arrodilló ante mí y con dicción pausada, me dijo: Erick, mi amor, he vivido el momento más adorable de toda mi inexpresiva vida. Me has hecho sentir la sensación sublime que deseé toda mi existencia, porque solo contigo he experimentado el verdadero amor, y no son solo palabras, es la razón de ser, de manifestar mis auténticos sentimientos. Quiero que este momento no acabe nunca, que mi marido y mis queridos hijos no se interpongan, que la sociedad no nos juzgue, que nuestras familias no nos castiguen. Quiero ser libre; libre para amar, libre para razonar, libre para decidir. Pero no puedo obligarte a mi destino- continuó diciendo, mientras se incorporaba- y por ello mi decisión debe ser personal- finalizó-.
Con estupor ví que sus manos revolvían su pequeño bolso, dejando al descubierto una navaja que brilló en la oscuridad y sin mediar palabra, hundió en su muñeca con tal fuerza que la sangre salpicó mi cuerpo aún desnudo. Me levanté al instante tratando de quitarle el arma, pero el daño ya estaba hecho y la sangre brotaba a borbotones, como un surgente entre las piedras. Desesperado intenté detener la hemorragia con vendas improvisadas de mi camisa y ante mi impotencia su cuerpo se desplomó como inerte. Me dejé caer junto a ella, abrazándola, queriéndo retener su vida entre mis brazos, deseando que la realidad fuese ilusoria. Ella, en un supremo esfuerzo, apretó mis manos y casi con un suspiro, me dijo: Bésame Erick, por favor, bésame.
Mis labios sintieron la convulsión de su instante final y mis lágrimas goteaban en su rostro, como dejando un rastro de separación. Había muerto y yo no había podido evitarlo. La felicidad inmensa de otrora se había transformado en la mayor amargura de mi infausta vida.
El traqueteo del tren carguero me adormece. El regreso no es el esperado. Las cosas siguen igual, pero algo mi vida cambió. Mi destino era la soledad, pero el recuerdo seguirá latente, por siempre, para siempre, en el momento sublime de consumar nuestro prohibido amor."

1 comentario:

Javier Pellicer dijo...

Qué curiosa coincidencia... Amalgama es un nombre que me encanta, más aún, es el nombre de una ciudad imaginaria que cree para algunas de mis historias. Mi novela La Sombra de la Luna (http://www.bubok.com/libros/4710/La-Sombra-de-la-Luna) transcurre precisamente en dicha ciudad ficticia, y su lema es "En Amalgama, todo y nada puede pasar".

Un saludo, y sé bienvenido a mi blog Tierra de Bardos.
Feliz 2009