cuentosdeamalgama: MI HERMANA CELIA

domingo, octubre 08, 2006

MI HERMANA CELIA

MI HERMANA CELIA
Quiero aclarar que mi relato no es verdad, esta presente en mi imaginación; mi ardiente y voluptuosa imaginación, producto de desenfrenos y alocadas ilusiones, nunca cumplidas y por ende mas deseadas. Solo en la mente de un loco, de un desprejuiciado, de un perverso, de pueden incubar tales hechos, repito producto solo de un febril deseo; por lo menos eso es lo que creo.
Durante mi infancia siempre fui un niño tímido, temeroso de todo lo que me fuera a suceder, siempre recluido en mi mismo y con todas las limitaciones del que sabiéndose superior, no lo asume como tal y se recluye en un universo propio del cual el solo es parte de la escena. Solo celia, mi hermana carnal, fue y es la única persona con la que comulgo y la que me acompaño en este devenir sin horizontes; brindándome su compañía, su estima y su exquisita comprensión, solo comparable a la abnegada tarea de una misionera.
Todos estos años han formado en mi una persona adulta, física y espiritualmente, pero no han logrado quitarme de la abstracción e mi mundo personal ( el no advertir que alrededor mío nacen y mueren hechos y personas, el no percibir que el sol brilla todos los días y que la luna ilumina tenuemente la oscuridad haciéndola mas placentera, el no sentir como un perfume deleita y nos embriaga o como un color nos impresiona al limite del éxtasis ).
Solo celia, a la cual los años favorecieron en su belleza exterior ha sido mi sostén, mi guía de la cual me ate sin miramientos, dejándome llevar a todos sus caprichos y designios. Ya ni noto en ella su abnegación; si su carácter dominante que asumo y que me envuelve en su tempestuosa forma de ver al mundo y a la sociedad a la cual repele.
Aquella tarde el sol creaba formas fantasmagóricas en el cielo casi rojo, mientras su círculo se hundía tras el arco del horizonte. Habíamos decidido ver la puesta ( mejor dicho fue suya la decisión ) desde el acantilado mas alto, donde el mar se encrespaba lejano, formando montañas de espuma que querían trepar cual moscas por los riscos, para luego, cansadas, caer en forma estrepitosa creando una sinfonía irreal. Subyugaba y ahora en mi instante final lo percibo, como percibí embelesado a Celia, mi hermana, correr por la hierba, dejando que la suave brisa marcara su cuerpo torneado, riendo y gozando de la libertad sin horarios, ni obligaciones y despertando en mi un regocijo visual y una felicidad interior provocada por la sensación de ver disfrutar a la persona que quiero.
Ya cansada de retozar se dejo caer a mi lado; juntos observamos sin mirar como la tarde se despedía hasta el nuevo día. No tengo la noción del tiempo que paso de esta manera, solo salí de mi abstracción cuando el frío de la noche hizo sentir sus finas agujas sobre mi cuerpo. Ella estaba helada y temblaba, a lo cual abrí mis brazos como pétalos y la recogí en ellos y así , arrebujada sobre mí, sentí como poco a poco un tibio halo nos envolvía y recobrábamos el bienestar. Su respiración suave y pausada en un principio, fue cambiando de tono y subiendo en intensidad y agitación; podía sentir como sus latidos se aceleraban y su piel suave se recalentaba entre mi cuerpo. Por un instante nos miramos fijamente, el brillo de sus ojos no era normal; quizás tampoco el mío, sus labios delicados mostraban un rictus casi imperceptible, provocado por una emoción inexplicable. Sentí como una atracción que manaba de su cuerpo, como algo oculto que me atraía más y más a ella. Sus manos comenzaron a recorrer suave y delicadamente mi cuerpo y yo correspondí. Su boca se poso sobre la mía y algo que me quemaba por dentro hizo que la besara con locura, con desesperación. Nuestros cuerpos entrelazados fueron quedando al desnudo y mis dedos sintieron la humedad de su sexo y mi pasión fue desenfreno y mi ardor fue hoguera y ante sus jadeos de deseo irrefrenable, ante sus manos ardientes que me virilizaban al extremo, ante sus piernas que se habrían descubriendo su inquietante sexo; no pude mas y sucumbí, cual animal encarnizado y violento, entonces experimente la mas hermosa sensación – estaba dentro de ella-.
Fueron los minutos mas sublimes, nunca había hecho nada para complacerla y complacerme, pero esto era el paraíso.
Percibí de pronto el aroma de la hierba, el color de la noche, la humedad del aire, todo era distinto y hermoso, todo tenia sentido, no podía dejar escapar este momento, no podía esperar otro igual o mejor ( no lo habría) y cuando su cuerpo se convulsionaba con el mío por el orgasmo fruto solo de pecado, la aprisione con todas mis fuerzas y gire hacia la blanca espuma que nunca se agotaba de intentar subir, sabiendo en lo mas profundo de mi ser que nada, ni nadie, podría separarnos jamás .



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