cuentosdeamalgama: EL BORRACHO

domingo, octubre 15, 2006

EL BORRACHO



EL BORRACHO

Vivo allí, en ese rincón sucio y maloliente, oscuro e inadvertido, allí soy rey, faraón, magnate y dueño y señor y no rindo cuentas a nadie, no hay relojes ni contratos que cumplir, solo tengo una necesidad, una imperiosa necesidad de conseguir los medios que me permitan obtener ese elixir que refresca mi garganta y pulveriza mi hígado, ese a veces suave, a veces áspero, pero siempre milagroso liquido que me da nuevas fuerzas y me brinda la emoción de vivir en embriaguez, lejos del mundanal ruido, lejos del devenir de la bolsa, lejos de la inflación, del desempleo, de la pobreza social, de la corrupción, de la politiquería barata, de la fastuosa vida burguesa y de todas esas cosas que componen la mal llamada sociedad que nunca fue, ni será igualitaria y justa.
Mi cerebro vive embotado en el alcohol y eso logra cosas que ni el dinero consigue. Ilusiones casi reales; momentos casi vividos; sensaciones casi realizadas, sino fuera por el casi todo seria ideal, solo con unos centavos de alcohol y el milagro se realiza.” Como cuando veía a esas estudiantes salir del colegio pretendiendo ser mujeres, luciendo sus cuerpos jóvenes y firmes, ofreciendo la generosidad de sus contornos en apretadas ropas y las veía llegar a mi sedientas de sexo y experiencias y yo me brindaba, como siempre botella de por medio y con la ayuda de mis manos y mi fantasía era perfecta, mezcla de verdad e ilusión, pero en una conjunción sin errores, sin igual. Como cuando observaba a esas monjas ir de compras por la mañana, con sus atuendos largos y cerrados y sus miradas esquivas. Pero podía atravesar sus pesados géneros con mi inquisidora mirada y verlas así, desnudas, sin su coraza protectora y percibir que son de carne y hueso, con virtudes y defectos, no ángeles inalcanzables y así las deseaba, aun viejas y feas, por el solo echo de ser extrañas a lo imaginado, entonces las llamaba a mi cerebro y comenzaba mi orgía romana con todo el grupo, describirlo seria dantesco, pero todo lo imaginable era posible, aun lo absurdo y mi satisfacción llegaba al sumun del éxtasis”

Pero no todas mis experiencias son dignas de recordar, no todas mis fantasías son perfectas, no todos mis sueños se conjugan en realizaciones exitosas. “como aquella vez que esa niña hermosa, que siempre veía pasar por las tardes, de regreso de su colegio. Yo había aprendido a desearla, a silenciosamente descubrir su intimidad, a formarme la idea que también ella, en su interior, también ansiaba mi presencia, siempre, todas las tardes, como un rito.
Pero esa noche, quizás por una circunstancia extraña, ella regresaba a su domicilio varias horas después de lo acostumbrado y yo a esas horas, por efecto del alcohol consumido ya no podía ni siquiera balbucear palabra. La vi. pasar y en mi interior una extraña sensación despertó, me insuflo fuerzas extraordinarias que me llevaron a seguirla como un poseído, hasta lograr abordarla, haciéndole conocer mis oscuras intenciones, mi impetuoso deseo de conseguir de ella mi satisfacción casi animal, mi inenarrable concepto de cómo conseguir afectos. Mi aturdido cerebro no coordinaba la realidad con la ilusión y en esta mezcla simbiótica de perversión y milagro pude por fin obtener de ella sus favores y sentí por primera vez la indescriptible y formidable sensación de estar dentro de ese cuerpo joven y excitante. Todo fue una sucesión de momentos sublimes, todos mis anhelos fueron cumplidos en aquella noche eterna, todas mis aberraciones sexuales se hicieron realidad. Nunca, quizás nunca vuelva a tener una experiencia como esta y es por ello que lo que ocurra posteriormente no me importe, solo ver como mi semen inundaba a esa carne joven y temblorosa.
Llego la mañana y con ella mi cerebro despertó a medias del limbo al cual me sumía la bebida. Una imperiosa necesidad de volver a sentirme inmerso en la bruma del alcohol, me hizo saltar a buscar mi botella salvadora y fue entonces que mire mis manos y no logre explicación a lo que vi.: sangre, sangre coagulada; en mis manos, mis brazos, mi ropa, por todas partes.
Mire alrededor mío y vi algo aterrador. Allí, en aquel rincón sucio y maloliente, en mi hábitat natural de aquella construcción semiderruida, estaba el cuerpo de una mujer joven, con la cabeza destrozada por innumerables golpes propinados con una pesada piedra. Su cuerpo desnudo presentaba inmensos moretones como producto de un maltrato sin igual. No podía entender lo que veía, no podía creer como alguien era capaz de realizar tamaña vejación y no tener luego remordimientos. Pero no era yo quien debía juzgar a la gente, mi única meta, mi único objetivo era conseguir esa botella que me devolviera a mi estado habitual, a mi mundo irreal, a volver a soñar fantasías y esperando que sean parecidas a las de anoche.”

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